Con esto quiero decir que espero una situación diferente que en Haití, la imagen mundial es de una presidente a cargo, en Haití, ni siquiera se vieron funcionarios, claro que allí el epicentro fue precisamente la ciudad capitana, mientras que a Chile no le dio de lleno y es posible que la pérdidas materiales fueran de otro orden, aunque tanto una sola muerte, como miles es conmovedor, parece injusto y la impotencia es la misma.
La naturaleza está mostrando su peor cara, nos está mostrando que somos nada, que nos deja hacerle cosquillas a la corteza, somos como esos pájaros arriba del lomo de un rinoceronte que nos tolera, mientras no lo molestemos demasiado.
Por ahora hay una historia de asombro, no se esperaba tanta cercanía entre dos hechos parecidos, y menos desde nuestro propio país, por más que algunas diferencias nos separan con el país vecino, hay algo más allá que nos une con Chile, somos países con los mismos problemas en su origen, aunque con diferentes evoluciones, historias parecidas, nos unen más cosas que las que nos separan.
El mensaje de los chilenos entrevistados es asombroso, nos consuelan a nosotros, el mensaje es que ellos están acostumbrados a estos fenómenos, nos dan un mensaje que trasmite tranquilidad, o son un pueblo más valiente del que seríamos nosotros en la misma circunstancia o realmente estamos menos al tanto de lo que pasa a nuestro alrededor de lo que creemos.
Yo al menos, recién me entero que es un país plagado de desastres naturales, y que ellos están acostumbrados a ello, desde Atacama hasta Los Lagos, ha cambiado el perfil de un país, y nadie se ha sentado a ver lo que ocurre, tienen una mandataria que le dice: Chilenos a levantarse y a empezar a reconstruir. La palabra desesperanza ni se menciona.
No es que esté comparando, Haiti ya necesitaba ayuda antes del terremoto, son historias diferentes, pero ello no impide que observe admirado a los hermanos latinoamericanos que pasan por este problema, con un temple que no sé cómo se encuentra.
En nuestra ciudad, el tema de las inundaciones nos tiene con cacerolas en las calles, en algunos barrios, y la impresión que tiene un ciudadano común como yo, es que los funcionarios están mirando para otro lado.
Aunque reconozco que hay mejores signos de tratar soluciones, a Macri se lo ve en la tv, dando la cara, pero el problema es que la solución de fondo no aparece, se sabe que en otra próxima ocasión, cuando haya otra tormenta parecida, ocurrirá lo mismo, tal vez en otro barrio, pero fatalmente caeremos en lo mismo, y no son culpa de los desastres naturales, sino de los desastres de los funcionarios, que antes de ampliar la ciudad, o cambiar la fisonomía de los barrios o crecer en cualquier espacio, sea oneroso como en Puerto Madero o en las villas, nadie se ocupa seriamente del impacto ambiental, lo único que se hace es ir desplazando el problema.
No sé bien qué quiero decir con todo, porque no sé cómo se cambia el estado de las cosas, creo que mis cavilaciones de hoy se deben a la congoja que siento por lo que pasa en Chile, y en el mundo y en mi barrio, en el de todos los barrios.