El compañero insustituible de toda rascada de pupo, el piojo, está con los días contados. Se ha decodificado su genoma.
Científicos de varios países lograron la hazaña, Estados Unidos (siempre se coloca delante este país, es un sesgo político inducido por ellos mismos), España, Francia, Corea del Sur, Suiza, Inglaterra, Australia e inesperadamente Brasil, éste último país desde que son vasallos del país del norte están prendidos en todas.
Hay veinte países en realidad, pero los que se destacan son esos, así lo dice nuestras agencias de noticias, las Argentinas.
El conocer tan bien al enemigo no tiene otro objetivo más que eliminarlo, este antipático parásito que pone huevos en nuestras ropas y se alimenta de nuestra sangre, prefiriendo alojarse en la cabeza de nuestros vástagos, tiene los días contados.
Este molesto parásito, que vive todo su ciclo de vida en el amable huésped, nosotros, se alimenta de una bacteria que los seres humanos tenemos en la sangre, un nombre rarísimo: Candidatus Riesia pediculicola.
A veces, tengo miedo con estos experimentos, porque van a comenzar a generar medicamente que ataque a la bacteria en la sangre para matar al piojo. Es casi lo mismo que se dice que ocurrió con el sida, que se atacó a “algo” en nuestra sangre y la palmamos para siempre con esa enfermedad.
El asunto es que al combatirlo con los medicamente habituales, y que se renuevan cada año, el tipo de inmuniza, y los seres humanos tenemos que inventar continuamente nuevos métodos para erradicarlos.
Ahora están fritos, ya les tomamos el rabo a ese pequeño demonio.
Actualmente, resulta que los piojos son sinónimo de estirpe, los hay menos o más resistentes a ciertos medicamentos que los combaten, según el barrio o escuela del que provengan. Los tipos tienen estirpe. Estirpe de piojos.
Tengo miedo.
|