En el barrio chino, hay una aumento llamativo de turismo porteño, que refiere a que son porteños que van al barrio chino, en calidad de turista y es como penetrar en otro país, la población china, inquieta, movediza, emprendedora, no cierra locales, los multiplica.
Cada vez que fui, hay un negocito nuevo, un producto extraño, una comidita en la calle de aspecto desconocido pero de excelente sabor que se deja gustar por el paladar occidental, si podes pasar de preguntarte cómo y con qué se hizo, ya que la higiene al modo de comprender occidentalmente la higiene es ausente en el barrio.
Los precios son insólitos, todo parece mucho más barato, lo cual le debe poner los pelos de punta a la economía local, circundante, sobre todo para las verduras, el sushi se adquiere en los supermercados a precios increíbles, ma qué shoping, son deliciosos además.
En el barrio chino, tampoco hay reglamentaciones del tipo de horarios, días festivos, vacaciones, siempre hay algo, siempre hay gente, siempre y a cualquier hora se puede comer, quizás por eso que todo es tan barato, la continuidad infinita de servicios debe provocar el movimiento continuo del flujo del dinero, cosa que abarata costos, sobre todo que no parece haber evidencia de que se rinda impuestos, ya que no te dan una factura por ninguna compra, o al menos ninguna factura que entiendas, las etiquetas están en chino, así como los papelillos en donde figura lo que pagaste, que no podría asegurar que es una factura, el dragón del estado está ausente.
Cuando el estado está ausente los precios realmente se autorregulan, entonces es más barato comer en el barrio chino que en un restaurante fuera de ese micropaís, incluso de restaurantes chinos que no se encuentran allí mismo.
Algo que no encontré, es una librería, cómo serás los libros chinos. Cómo será el teclado de una computadora en chino, cómo será un reloj con los caracteres de fechas, días y números en chino.
Alguien me dijo: mirá el menú (que por supuesto está en chino), así debe ser un reloj en chino, solo que escrito en un círculo.
Influenciada por tantas películas chinas, debo decir que en la microatmósfera del barrio chino, no se puede percibir ninguna de las enseñanzas de la literatura respecto a ellos, que son estrictos, jerárquicos, burocráticos y organizados, a mi me parece que esos chinos se occidentalizaron completamente.
Otra idea que se derrumba es la situación de las mujeres, bonitas, pequeñas, delicadas, en los negocios del barrio chino, casi todas las transacciones están copadas por mujeres, así como los restaurantes, ellas ordenan, ellas controlan, ellas venden, los hombres más bien parecen los chicos de los mandados, con excepciones, claro, como en todos lados.
No sé qué población hay actualmente, pero, de cierta manera, me gusta ir, me gusta la comida china, y sobre todo, me gusta el misterio que tras los signos de su escritura se esconde, porque cuando estoy allí, me imagino toda clase de aventuras, la verdad que del peligro amarillo que tanto hablan, ni señas.
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