No sé hasta qué punto a ustedes les gusta la música, pero en mi caso es mi pasión. Y me estoy quedando corto. La música es lo que mueve el mundo, la música es el alma del planeta, la música es lo que me hace vibrar, la música es lo único que consigue emocionarme de verdad, la música dice cosas, la música consigue cosas imposibles, la música es magia, la música es Dios. ¿Ha quedado lo suficientemente claro hasta qué punto la adoro y de qué manera se me puede considerar un “zumbado musical”? Porque si quieren sigo utilizando la fórmula [la música es algo maravilloso] hasta que me canse. ¿No? Lo suponía. Pero en fin, dejemos de hablar de la magnitud de mi pasión y hablemos de las consecuencias de dicha pasión.
Estoy editando una enciclopedia. Es el primer libro que escribo en mi vida y probablemente sea el último porque leer y escribir, aunque me gusta, no me apasiona; pero estoy poniendo todo mi empeño en ello, como es fácil de deducir después de todas las cosas que escribí en el párrafo anterior. Lo que pretendo es hacer justamente eso, una enciclopedia de cantantes, bandas y dúos; de estilos musicales y de instrumentos musicales; de festivales que existieron en el pasado y de festivales que existen ahora. En fin, una auténtica guía para todos aquellos que amen la música tanto como yo y necesiten empaparse de información lo antes posible. Ahora bien, por mucho que sepa sobre el tema, tengo un cerebro humano; y eso significa una cosa: memoria limitada. He tenido que descargarme música, un montón, para refrescar etapas, cantantes y canciones; y no me gusta recurrir a las descargas porque yo todo lo compro, pero no me ha quedado otra.
Por supuesto, también he tenido que descargar vídeos, desde videoclips hasta conciertos. Todo eso lo he tenido que guardar en algún sitio y ese sitio es OneDrive, y si quieren más información sobre ese programa -que a mí me salvó la vida-, busquen en Privadocs.com. En cuanto a mi enciclopedia, está a punto. |