Cuando se comete un crimen, la policía precinta la escena con un cinta amarilla y deja el cadáver hasta que aparezca el forense.
Es exacta la escena que presenciamos en la esquina de Cordoba y Pueyrredón, la escena, circunvalada por la cinta amarilla, presentaba el logo de Gobierno de la ciudad; el tráfico alrededor, de peatones un desastre, porque la policía se ocupaba de la víctima, y no de los transeúntes alrededor.
Un desastre de miembros desparramados por toda la esquina, el bar de ese lado de la calle, invadido con el cadáver.
La víctima el añosos árbol que existe desde antes que Macri naciera, ahora muerto, despatarrado y un caos sin que hubiera nadie haciendo algo, o por el tráfico de personas que no podían caminar por la vereda o en la propia calle, en la que justo doblando los autos se topaban con algún órgano del árbol en una pose amenazante.
Las hojas verdes, una pena, una lástima, un crimen.
Macri: dejá de devastar la ciudad, tenés que dejarla mejor de lo que la encontraste y eso no se logra pelando el suelo de naturaleza, sino colaborando con ella.
Mismo como lo describo, luego del quebrantamiento del pobre árbol, precintaron el perímetro con cinta amarilla, dando exactamente esa imagen: escena de crimen.
Empezó su mandato con perpetraciones, alta de impuestos, cambio de normas ministeriales: quiere colocar a dedo los puestos en educación, no admite que haya gente preparada para ello, y que es democrático nuestro sistema, no “a dedo”: qué nos espera.
Y esto es recién el comienzo.
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