A la hora de fundar una empresa, deberíamos distinguir siempre dos pilares binarios y mutuamente dependientes entre sí, sobre los cuales se sostiene el proyecto que pretendemos diseñar, evolucionar y consolidar.
Dichos pilares son los recursos humanos y los recursos materiales. Empecemos por el segundo. Hablamos, en primer lugar, del presupuesto, de los fondos económicos disponibles, y de los distintos procedimientos a los que pretendemos acceder para obtenerlos: ayudas públicas al emprendedor, crowdfunding o mecenazgo de clientes potenciales, ahorros privados y contribuciones financieras de familiares, microcréditos con Asnef, etc.
Con esos fondos, obtendremos el resto de recursos materiales. En el caso de empresas con presencia física, nos referimos naturalmente al alquiler de la oficina o del local, a la obtención del equipo informático y tecnológico, a la adecuación del espacio a la recepción de clientes y reuniones de trabajo, etc.
En el de los negocios total o parcialmente online, la compra del dominio web, la subcontratación de un webmaster que diseñe el sitio virtual, y la inversión en publicidad y promoción relativa al marketing digital y a las redes sociales. Más o menos hemos puesto los ejemplos más lógicos y normalizados de recursos materiales del emprendimiento.
¿Y los recursos humanos? Aunque hemos hablado de dos pilares esenciales, una vez fundamentado el pilar material, y ya realizada la labor de contratación de profesionales cuya experiencia laboral encaje con nuestros objetivos empresariales, quizá el pilar humano se convierta en el más trascendental.
El éxito de una empresa recién creada depende del flujo de trabajo en equipo y de las buenas decisiones de los expertos que forman parte de él. El material informático y financiero es imprescindible, pero no se va a manejar solo; tanto los ordenadores como la solicitud y recepción de micro créditos dependen de manera íntegra de la gestión de los empleados y de los directivos.
A pesar de todo, muchos emprendedores se olvidan de otorgarle a la crucial labor de sus empleados el respeto y la importancia que merece. Si no se dispone de la capacidad para delegar en terceras personas, es mejor no arriesgarse a invertir en un negocio.
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