Hasta los que no cultivan relación con el arte son capaces de admitir que es el arte el que promueve calidad de vida, serenidad, perspectiva de futuro, convivimos con el arte, ya sea en la arquitectura en el diseño urbano, en la conformación de un balcón con adornos, o dentro de la casa con un objeto inútil que integra un espacio, el arte es ineludible y el cuerpo busca su intervención aunque se haga inconscientemente.
Mientras, si el arte es tan importante, por qué parece tan difícil vivir de él. El uso del software, que viene de la mano de la tecnología, muestra una tendencia que se puede asociar a la circunstancia del arte: las personas nos adueñamos de la tecnología, o nos adueñamos del arte, formamos parte de él, en un caso por el uso, en el otro por la apreciación, y en ambos el aspecto de producto queda en segundo plano, la cualidad del valor de intercambio en moneda u otro elemento que te de derecho al arte, parece impensable; quizás por ello se hizo tan fácil propagar la tecnología, debido a esta apropiación, sin intercambio por el valor y es ya una constante antigua para el artista plástico que no puede vivir de su arte.
Parece que hay espíritus especiales que consideran el arte como una parte de sus inversiones que están a la búsqueda del valor y es cuando los artistas cuentan con la oportunidad de producir ese valor, sin embargo, hasta está mal visto que haya ese desplazamiento hacia el interés monetario, antes que por el arte; aunque hay una gran excepción muy visible de que tal cosa es quizás, prescindible.
Esta singularidad de expresar el amor por el dinero sólo la pudo desarrollar un genio: Salvador Dalí; el hermetismo del valor artístico, que sólo parece ser manejado por unos pocos elegidos en el mundo fue quebrado por la personalidad ecléctica de Dalí quien no tenía problemas en generar una clara relación entre el arte y el dinero que debía producir, convirtiéndolo, entre sus colegas, en una especia de extravagante y despreciable artista, y a pesar de ello reconocido por sus importante obras.
Dalí, más allá de sus extravagancias era, sin duda, un hombre de su tiempo, con la teoría del átomo en ciernes, el nacimiento del psicoanálisis y el cuestionamiento de orden político, con la guerra, fue un artista que dio rienda suelta a los elementos de su época, dando cuenta en su arte de todos esos aspectos que flotaban en la vida intelectual, el átomo, el surgimiento de la mujer independiente, el psicoanálisis, la guerra, el terremoto de los cuestionamientos de la organización política entre república y aristocracia; Dalí fue uno de los pocos artistas que puso en relevancia y casi primer plano el valor de arte y su conversión monetaria, por ello se ganó el mote por parte de Bretón de “Ávida Dollars”, anagrama de su nombre y en tono de denigración, que Dalí supo aprovechar para convertir en un recurso que le generara más popularidad sin negar la realidad del mote, sino por el contrario; pronto se dio cuenta que cuando una personalidad como Bretón, el creador del movimiento surrealista, hiciera una declaración tan impactante, era tan efectista o más que un halago.
Pocos pasarán a la historia del arte como artistas que pudieron vivir de su arte, Dalí será uno de ellos, se aseguró ampliamente que así fuera, aunque hay que reconocer que tuvo la compañera ideal para ello, Gala, quien manejaba su economía y sus actuaciones.
Se podría decir que emprender el camino del arte significa resignarse a no vivir de él, lo que es contradictorio ya que muchos afirman que sin arte no vale la pena vivir, pero hay pocos capaces de pagar ese valor, precisamente el de la vida de los artífices, los artistas.
Pero, al artista no le importa, el espíritu artístico, el que produce arte, lleva la satisfacción a la máxima expresión y el dinero no parece formar parte de esa ecuación. Lo que es un alivio para los que disfrutamos de esa cualidad.