El primer proceso de sensibilidad artística ocurre a los primeros tempranos meses, es notable ya la preferencia de colores con que los niños crecen, quién puede negar que la influencia de los colores impacta en el sentido de la creación, de hecho, es tan importante que las épocas y técnicas de artistas famosos tiene como nombre un color y delimita su estado de producción artística.
Ejemplos como el período Azul de Picasso porque ese color domina el universo cromático de su obra durante 1901 a 1904, y suponen una relación con la muerte, sus biógrafos afirman que no es coincidencia que empieza luego del suicidio de Carlos Casagemas, es tan potente el nombre de la época, generado por el artista que pocos conocen la historia de Casagemas, a pesar de ser del gusto por los dramas y porque el comienzo del período azul de Picasso comienza con la obra La muerte de Casagemas, quien se suicida luego de intentar asesinar a su amante, bailarina del Moulin Rouge, Germaine; por esa época los artistas plásticos y el mundo de la farándula, coincidían en famoso espacios de diversión.
Algunos críticos dan cuenta de la relación entre el color y la muerte, o la relación entre la emotividad y el color azul, aspectos sentimentales y abstractos que mueven e incentivan la obra del genio.
Luego vendrían otros aspectos, como el dividir el cuadro en partes, en una cuerpo y espíritu, la otra en cielo y tierra; más allá de analizar el color, el detonante de las preferencias cromáticas de los artistas suelen ser una influencia de algún tipo.
Lo cierto es que aspectos abstractos como los sentimientos, o el tiempo, se convierten en volúmenes y contornos, quizás en piezas características de una época, que a nivel psicológico impacta al espectador por la intensidad emotiva, la obra de la artista plástica, Silvia Albuixech, presenta características lujuriosas, la convergencia de saturación que parecen convertirse en la intromisión de la naturaleza como alegoría del tiempo, un concepto universal del transcurso.
Con los colores el fondo y la forma la expresión de la atmósfera y textura de las obras de la artista plástica, elementos de la luz y saturación, se experimenta un movimiento hacia la vorágine del tiempo.
La forma se acomoda al color o el color a la formas es la ambigüedad que presenta la obra de Silvia Albuixech, la personal paleta combina entre sí, relieves propios de la naturaleza, cuerpos, objetos metálicos, la técnica de añadir detalles de cada elemento produce una sensación de vorágine, de laberinto hacia adentro del cuadro; los componentes cromáticos, con colores básicos saturados, la pátina da cuenta de la exuberancia de la naturaleza.
El resultado es un sentimiento de mistificación del tiempo como gran escultor, las características de crecimiento y relación atávica con la idea del tiempo en donde a la larga la gran conquistadora es la naturaleza mismas, que a la larga absorberá todo elemento constructivo del hombre.
En el tiempo, la forma es de la naturaleza misma, la artista interpreta lo que es, no lo hace.
Aunque el color parece disponible según sugerencia del elemento naturaleza, cuerpo, elementos metálicos, la construcción cuenta con un arrebato que distingue los elementos según la forma, una manera particular con que esta artista pinta los diferentes vivos y distingue espacios particulares del instante en que la naturaleza lo devora todo.