En Agudeza y arte de ingenio, Baltasar Gracián opina acerca de la semejanza, figura que, como las dos caras del dios Jano, es punto de encuentro de senderos apuntando en direcciones opuestas, comienzos y finales: “Altérnanse con mucha gracia dos o tres semejanzas juntas para la persuasión y el desengaño”. Definición que nos lleva de lleno a la familia de las figuras retóricas de pensamiento -promiscua, prolífica e incestuosa y, como el panteón grecolatino, con divinidades mayores y menores- las que se basan en el significado de palabras o frases para expresar de manera especial pensamientos e ideas.
Un punto de partida puede ser empezar por aquellas que enfatizan la ocultación o disimulo; la primera es el litote, o atenuación, porque abre las puertas de otras y sobre su empleo se pueden definir nacionalidades. Los franceses la usan a menudo con su pas mal (nada mal) a la que acude con frecuencia Astérix y nosotros podíamos actualizarla para referir a tantos políticos con vocación de esperpentos “moderados, lo que se dice moderados, no son”.
Por su parte, del otro lado del canal, donde vive Astérix, los bretones practican una variante del litote en la cual se fundamenta la flema británica la meiosis: minimizar una circunstancia o problema de una manera desproporcionada con respecto a su gravedad. El ejemplo más elocuente que me acude es la película del hiperbólico grupo inglés Monty Python: Los caballeros de la mesa cuadrada (Monty Python and the Holy Grail), cuando el Caballero Negro, luego de provocar al rey Arturo a duelo y que éste le corte una pierna, exclama: "It's just a flesh wound" (es solo una herida superficial) y así continúa luego de que el rey le corte la otra y los brazos, amenazándolo con un “combatiré con mis dientes”. Y no es casual que sea un escritor francés, Julio Verne, quien haya escrito una novela donde la impronta del protagonista sea el acmé de la flema inglesa, Phileas Fogg en La vuelta al mundo en ochenta días.
Pero a su vez el litote es considerado una variante de signo contrario -las dos caras de Jano- de la hipérbole, alteración exagerada de la realidad que se quiere representar. Y esta figura está cortada a medida para los argentinos; el ejemplo más contundente -“más contundente” es una hipérbole, y, ¿por qué no?, “el mejor ejemplo”- es la manera que tenemos de llamar a uno de los valores icónicos del tango, Gardel, alias “el mudo” y protagonista de otra hipérbole para indicar que uno es muy bueno en su actividad: “sos Gardel”.
Otra puerta de Jano nos lleva a las figuras lógicas, procedimientos que relacionan ideas dentro de un texto, y que tienen que ver con las relaciones entre las ideas en un relato; acá se abren tres.
Antítesis, contraponer dos términos de significado opuesto o contrario, el más astronáutico y socorrido, la reflexión de Neil Armstrong primer hombre en caminar sobre la luna: “un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, en lo personal prefiero la serranilla del Marqués de Santillana: “…lloro e río en un momento / e soy contento e quexoso, / ardid me fallo e medroso...”
Paradoja, aproximar ideas opuestas y en apariencia irreconciliables si se toman al pie de la letra como lo expresa el poema de Santa Teresa de Jesús: “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero”. O la sentencia frecuente entre los romanos, que usaba Napoleón cuando se preparaba para una batalla “festina lente” (apresúrate lentamente). Y la que abre un universo de paradojas narrativas -tema de reflexión todavía vigente- que engendran la novela contemporánea, el capítulo primero del Ingenioso Hidalgo…: “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”. Pero, a su vez esta figura lógica contiene a la tercera: el oxímoron.
Oxímoron, cuya etimología nos aproxima al significado, del griego antiguo oxus (afilado) y moros (desafilado), es una figura cara a Borges quien acude a ella en la mayorías de los relatos de Historia universal de la infamia, figura ya anticipada en los títulos: “El atroz redentor Lazarus Morell”, “El proveedor de iniquidades Monk Eastman”, “El asesino desinteresado Bill Harrigan” y “El incivil Maestro de ceremonias Kotsuké no Suké”. Pero en El Aleph vemos, en el relato homónimo, la más acertada definición, casi de manual, de esta figura retórica: “Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis”.
La promiscua familia es todavía mucho más prolífica en cuanto a desmedidos y para no ser hiperbólico vuelvo sobre el comienzo de Agudeza y arte de ingenio, cuando Baltasar Gracián opina acerca de la exageración: “La exageración hace muy salida la semejanza y le da mucho vivo para el desengaño, cual fue esta del poeta Villamediana, entre muchas otras significativas: Méritos de desdichados, / Son sufragio de precitos, / Que inútilmente dan gritos, / Sujetos mal escuchados; Nadie porfíe ni espere, / Vencer efectos del hado, / Que el que nace desdichado, / Entre los remedios muere” -precito: en la doctrina teológica el que está condenado al infierno por sus pecados y su perversidad.
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