Dos autores con los que debuté como lector serio a los que seguí por gran parte de su obra -lo cual implicó leer biografías y críticas- y me acompañan hasta hoy son: Julio Verne -transité y volveré a transitar por: Miguel Strogoff, Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa, Los 500 millones de la Begum y La vuelta al mundo en 80 días- y Mark Twain -visité y revisitaré: Las aventuras de Huckleberry Finn y La vida en el Mississipi, dos libros publicados casi en simultaneidad que se pueden leer como partes de un mismo volumen.
A raíz de una nota que leí en octubre de este año me acudieron primero Oscar Wilde, por aquella reflexión "Life imitates Artfar more than Art imitates Life" (La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida); que recuerdo cada vez que me entero de alguna noticia sobre algún hecho ya leído en alguna novela o cuento. Y esta vez el protagonista de la historia fue un caracol llamado Jeremy.
Jeremy fue -falleció en octubre de 2017- un caracol 'zurdo'; ignoro si los caracoles tienen ideas políticas, pero este no fue el caso; porque Jeremy, era un caracol que tenía la espiral de su concha del lado izquierdo, en vez del derecho, como ocurre con la mayoría. Esta “criaturita de Dios” -como diría Mendieta, el perro de Inodoro Pereyra- fue descubierta de casualidad en un parque de Londres por el biólogo Angus Davison, quién lo definió como “un ejemplar en un millón”. Sin que nadie le preguntara, este científico avanzó en sus declaraciones, luego de su hallazgo, para concluir: “He estado estudiando los caracoles desde hace 20 años y jamás había visto algo así…”, y a partir de ese momento, reveló estar interesado en la genética: “…para descubrir si es el resultado de una mutación espontánea o si se trata de un rasgo genético genuinamente heredado”.
Dejo de lado los detalles sobre la sexualidad de los caracoles, que me enteré leyendo la nota y navegando por la web, pero es interesante destacar que Jeremy estaba condenado a la castidad, en razón de la distribución de los órganos sexuales de los caracoles, de esta manera al tenerlos del lado errado estaba excluido de tener contacto carnal, la buen noticia para Jeremy es que estaba a salvo de incurrir en el pecado de la lujuria. Pero Angus Davison no se dejaba arredrar así porque sí nomás y se dedicó a buscarle novia, o novio, los caracoles son hermafroditas y pueden, de acuerdo al partenaire que le toque en suerte, hacer de esposo o esposa -ignoro cuál es el criterio para esta elección, pero ciertamente, los caracoles glosan a Woody Allen por aquello de: "La bisexualidad duplica inmediatamente las posibilidades de encontrar pareja"-. El asunto es que el tenaz Angus -a esta altura de la nota me puedo tomar la confianza de llamarlo sólo por el nombre de pila- encontró a otros felices poseedores de 'caracoles zurdos mascota', uno era Tomeu en Mallorca a 2000 kilómetros de Jeremy. El otro, Lefty, en Suffolk, a 200 kilómetros de Londres.
Del primer encuentro de los tres caracolitos zurdos a Jeremy le dieron calabazas, la pareja se armó entre Tomeu y Lefty, la información no indica quien eligió el rol de nene o de nena, pero la parejita feliz tuvo 300 crías. Pero Jeremy volvió a la carga, fiel a un proverbio de mi provincia: "el burro coge por insistir, no por bonito", o mejor, parafraseando a Indoro Peryra por aquello de: "Mire Mendieta, uno se asombra con la mujer inteligente, se deslumbra con la bonita y se queda con la que le da pelota". Esta vez Tomeu le dio el sí y tuvieron 56 caracolitos.
A raíz de esta noticia recordé un pasaje de Veinte mil leguas de viaje submarino y me dediqué buscarlo. En el capítulo 22 de la primera parte, 'El rayo del capitan Nemo', el profesor Aronnax, su ayudante Conseil y Ned Land -á propos, me enteré que el 9 de diciembre, Kirk Douglas, que caracterizó a Ned Land en la película homónima en 1954, cumplió 101 años- son autorizados, por primera vez en el viaje a bordo del Nautilus, a desembarcar en una isla de Papuasia. En una de esas jornadas en tierra firme, Conseil le acerca al profesor Aronnax una cesta llena de moluscos que acaba de recolectar, éste toma uno al azar lo observa con rigor científico y da un grito a la vez que se lo tiende a su ayudante; "Pero eso no es más que una oliva porfírica, género oliva, orden de los pectinibranquios, clase de los gasterópodos, rama de los moluscos...", responde Conseil; "Si Conseil, pero, en lugar de estar enrollado de derecha a izquierda, lo está de izquierda a derecha". O sea: ‘caracoles zurdos’, haberlos haylos antes de que Jeremy se volviera célebre.
Me acude el borgeano "al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías"; porque 147 años después de publicada Veinte mil leguas de viaje submarino, la vida imitó al arte con Jeremy, Tomeu y Lefty; y, además, porque las obras de Julio Verne y Oscar Wilde, están separadas unos 30 centímetros en mi biblioteca.
Mark Twain me quedó en el tintero, le debo un par de notas, quedan para el 2018.