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27 Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro.John Knittel   por   Rafa*
 
 
DaniloAlberoVergara 10/2/2017 | 12:01:49 a.m.  
 
Otro final para "Niña bonita"
Danilo Albero Vergara escritor argentino
Tags:
  literatura   literatura latinoamericana   relatos   ensayos literarios   Danilo Albero Vergara   escritores argentinos   escritores latinoamericanos   narrativa argentina
 

A principios de 2014, pasamos un mes en Nueva Orleans con Beatriz. La casa de Hortensia, nuestra anfitriona, quedaba a pocas cuadras del cinematográfico The Columns Hotel, que solíamos frecuentar por sus míticos Bloody Mary; para los Dry Martini, el literario Monteleone Hotel en el French Quarter.

Lo de cinematográfico no es metáfora, porque en The Columns Hotel se ambientaron las escenas del prostíbulo en el film Niña Bonita (Pretty Baby) de Louis de Malle (1978); tanto su bar como el hall central se mantienen con la decoración original de 1915, cuando la lujosa mansión construida en 1883 fue reacondicionada como hotel; de allí que viniera pintiparado a los fines de la película.

Niña Bonita cuenta la historia, ambientada en 1917, de una prostituta: Hattie (Susan Sarandon) y Violet (Brooke Shields) su hija de doce años. Viven en el burdel de Madame Neil, en Storyville -el distrito de las luces rojas en New Orleans, aledaño a la ribera del Mississipi-. La vida de Violet es la de una niña que todas las mañanas corretea por los pasillos para vislumbrar, en sus juegos infantiles, puertas entreabiertas, cuerpos semidesnudos que se desperezan en la cama.

Un día llega a la ciudad Ernest. J. Bellocq, un fotógrafo que se dedica a documentar la vida en prostíbulos, visita la maison de Madame Neil; en sucesiones de fotos a Hattie se enamora de Violet a la cual triplica la edad. Meses después, Hattie se casa con un cliente, el matrimonio se va a vivir a Saint Louis y deja a Violet en el burdel a los cuidados de sus compañeras y Madame Neil. Ocurre lo previsible: en una ceremonia iniciática, se subasta la virginidad de Violet, que continúa la profesión de su madre; pero se termina casando con E. J. Bellocq. Al final de la película, Hattie regresa con su marido y su hijo para buscar a Violet y llevársela a vivir juntos.

Quizás sea este final, a medio camino entre lo perverso y lo edulcorado -ya bastante perversa es la relación de Ernest J. Bellocq con Violet-, lo que nos provocaba rechazo a Hortensia, Beatriz y a mí -dejando de lado la calidad estética del film- y, también, a sacarnos una foto en el diván circular del salón que antecede al bar -"en faissant l'imitation" de los protagonistas del film-; acting ritual si uno decide darse una vuelta por el bar del The Columns Hotel.

Para la producción de este film y también para delinear el papel -y el nombre- de Ernest. J. Bellocq, Louis de Malle se basó en las fotos del auténtico E. J. Bellocq (1873-1949) artista que, entre otros trabajos, documentó la vida de los bajos fondos de New Orleans: fumaderos de opio y prostíbulos. Esta parte non sancta de la obra del Bellocq original recién fue rescatada en 1958, de allí que el valor icónico y documental de Niña Bonita, sea polisémico; no así, insisto, en el final de la película: cuando la bellísima Susan Sarandon vestida de burguesa acomodada regresa, con su ex cliente devenido esposo y su hijo legítimo, a buscar a su bellísima ilegítima hija, Violet, para legitimarla.

En su historia literaria, el río Mississippi atesora, con Mark Twain, dos novelas formidables y escritas de manera cuasi simultánea: Huckleberry Finn y La vida en el Mississippi -donde incluye un capítulo no publicado en Huckleberry Finn-. En su extensa biografía fotográfica, el Mississippi, fue el principal protagonista del libro de Alec Soth, Sleeping by the Mississipi, publicado en 2002. En este libro aparecen retratos de personas en su medio, en actividades cotidianas u hogareñas, que el artista -nominado para Magnum Press- registró en el periplo que hizo a lo largo de los diez estados a través de los cuales fluye el río.

En esta foto de Soth aparecen madre e hija sentadas una al lado de la otra con las piernas entrelazadas y la imagen recuerda, de manera vaga, a la foto de Niña Bonita en The Columns Hotel, a la que todos los visitantes quieren rendir homenaje con las cámaras  de sus celulares -para más inri del auténtico E. J. Bellocq-. Pero esta foto no es en New Orleans sino en un burdel de Iowa; ambas son prostitutas. Como parte del proyecto de su libro, Soth entrevistaba a sus retratados en las sesiones fotográficas. Una de sus preguntas era si tenían algún sueño. La hija contestó: "sueño con ser enfermera"; la madre, "no tengo sueños, estoy más allá de ellos".

 

 

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