Uno construye su propia suerte, dicen por ahí. Pero es una contradicción: la suerte es una especie de fuerza que ayuda a las personas a conseguir lo que quieren. Suerte es ir caminando por la calle y encontrar una moneda, o encontrarte a alguien en momento justo y el lugar adecuado. Es decir, que la suerte es algo inesperado, es algo que no se puede planear ni controlar. Y, sin embargo, quién no haría lo que fuera para tener un poco más de suerte, para que su camino fuera un poco menos accidentado, un poquito más feliz.
Todas las culturas tienen sus maneras de proveer protección, de atraer o de alejar ciertas influencias, es decir, de proveer lo que no se puede controlar. Las fronteras se rompieron hace siglos, y no es extraño encontrar todo tipo de amuletos en todo tipo de personas. Uno mismo puede verse en la situación de ir encontrando cosas y dotarlas con significados personales muy íntimos y hasta místicos, y quizás nunca sabremos de dónde vienen. ¿Cuán antiguas pueden ser las conchitas que recogió en la playa? ¿Desde dónde habrá rodado la piedrita que guardó porque le gustaron sus colores?
Los tibetanos tienen una de las culturas más bastas en símbolos de todo el mundo. Han podido atrapar en los abalorios que portan toda la energía posible. Los tibetanos, diríamos, han creado su suerte al crear sus amuletos. Tienen muchas y muy bellas expresiones de sus creencias místicas. Un ejemplo son los mandalas, que son dibujos muy elaborados cuya realización, se dice, que aclara el alma. Consisten en una gran variedad de formas, todas en perfecta armonía, que componen un círculo o un cuadrado.
Estas formas son muy importantes y tienen mucho significado espiritual para los tibetanos. Sus abalorios siempre presentan formas con las que podría componerse un mandala: formas como flores, gotas, columnas, etc. También sus colores son muy representativos: dorado, rojo, rosa, blanco, azul… No son sólo colores presentes en sus piedras preciosas más importantes, como la turquesa y el coral, sino que también poseen gran energía.
De entre todos los abalorios tibetanos, uno de los más antiguos y bellos es el dzi. Los dzis son piedras muy misteriosas y, según se dice, increíblemente antiguas. También se dice que los tibetanos heredaron estos abalorios de la antigua civilización persa. Estas piedras, que orginalmente tenían bases de ágata, tienen grabados patrones geométricos, lineales u ondulados. Varían en colores y en tamaños. Se dice que, para que mantengan su poderosa energía, los dzis deben regalarse, de una mano a la otra.
La plata tibetana no contiene plomo ni níquel, por lo que no irrita la piel. Su belleza sólo tiene par con su poder como amuleto. En Es.Pandahall.com hay una enorme selección de estos abalorios. Con ellos y con los hilos y listones indicados, es posible crear nuestra propia suerte: no hay mejor amuleto que el que se carga con el poder de nuestra creatividad. La suerte sí existe.
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