Durante años esa señora ha hecho gala de una prodigiosa memoria, eso hay que reconocerle, la cual ha usado para eso precisamente: para pasearla durante años.
En esto días se ha suscitado una polémica extraña. Pues ha ocurrido un entre dicho nada más ni nada menos que con Federico Luppi, quién la ha llamado “ignorante” y “pobre de espíritu”.
Creo que los epítetos no le calzan exactamente, sino más bien le quedan holgados.
De que es ignorante, es bastante obvio para los que no confundimos informada con conocimiento, esa señora, es el monumento a la banalidad.
Lo peor de todo es que por años hemos estado escuchándola decir las barbaridades más grandes en tono de amabilidad, siendo que siempre estuvo acomodada con lo peor de los “poderes” de la Argentina, y por supuesto, “formando” generaciones de señoras a aspirar a todo ese falso decorado que disfraza de glamour.
En su programa se hace apología de la banalidad y aunque invite a “personalidades” de la cultura, hay algo que es bastante obvio, la cara con que la miran los invitados realmente cultos lo dice todo.
Pero esa señora, envanecida de sí misma, ni cuenta se da.
Yo suelo “pasar” por el canal cuando me interesa la personalidad invitada de turno, porque eso le reconozco a su producción, siempre se ubican en quién invitar, eclécticamente para tener audiencia, pero esa señora se las ingenia muy bien para llevar al plano de la banalidad cualquier tema interesante, para terminar en lo de siempre, sin dejar hablar, ni dejar terminar una idea es ella la que habla y le “pone” palabras a sus invitados, los cuales, cuando infructuosamente tratan de corregirla, ella igual insiste con decir lo que quiere decir.
Ahora, después de años, encima, tenemos que aceptar la frase de turno: con mi trayectoria, faltarme el respeto.
En este país, la trayectoria es una excusa, no algo que hay que sostener, la mayoría se piensa que los años le dan algún premio, se toman la trayectoria como si fuera un pilar donde sostenerse, y no asumen que en realidad es al revés, justamente con tanta trayectoria y cayendo en esas excusas.
Mientras, como corolario de aprovecharse del público y de su pantalla, aprovechó para lo que viene haciendo desde que Nestor asumió y ahora Cristina: cualquier pavada que le desagrada la acusa directamente a la presidenta.
Yo me imagino que en su mente, ella verdaderamente cree que la jefa de estado con los problemas que tiene para solucionar se va a estar preocupando de lo que ella es o dice.
Señora Legrand; malas noticias, usted sólo le importa a la pobre gente que aspira a tener rosas rococó en su mesa, lo que se habla en su programa es irrelevante, sobre todo lo que usted habla, dejando afuera la gente interesante, real y que sabe de sus temas.
La Legrand es una momia que construyó una irrealidad que lamentablemente muchos argentinos compran, sino no se explica la permanencia.
A este país, lo que le hace falta es que los programas realmente intenten ser serios sin ser livianos o superficiales, lamentablemente también comprendo que la gente quiere oír pavadas para relajarse, o para no pensar, pero lo que no asumen es que ver esos programas para no pensar, es porque piensan por ellos, luego opinan por ellos y como conciencia, terminan opinando como ellos.
No digo que no se entretengan con ese tipo de programas, digo que no caigan en la trampa de dejar que los represente, tanto como palabra o como pensamiento.
A esa señora, la dejaban en su “puesto” los militares, eran del mismo “palo”, eso ya debiera hacerlos pensar.
Su ideología es claramente fascista más que reaccionaria como comentó Luppi, y no diría pobre de espíritu, diría que es una personas desclasada, se ha creado su propia “clase” y está trasmitiendo esa idea, sin ponerle nombre, pero una idea que deja ”adentros” y “afueras” , tal como las organizaciones fascistas, está inmersa en la propia fantasía de su importancia, y los que la rodean, que ganan plata con ello, le alimentan la fantasía como a los locos porque maman de esa teta.
Ha estado haciéndole creer a su audiencia que ir a su programa es una “elección” particular, trasmitiendo cosas de ignorante, como la “suerte”, tal como la definió tan certeramente Luppi, entre otras decenas de comentarios, miles en tantos años que una simple nota no puede reproducir.
En suma, pobre país, si esos programas nos representan.
|