Vivimos en la era del desconcierto, mientras por un lado la presidenta dice que “vivimos en un país capitalista”, y a continuación nos exige que nos comportemos con es necesario para el capitalismo, por el otro, los continuos aumentos, ahora la quita del subsidio y otros tantos problemas generados desde el mismo gobierno que nos pide consumir, nos obligan a la austeridad que no aprendimos a ejercer, justamente porque lo primero que hace el capitalismo es educar a su pueblo a consumir y consumir, a endeudarnos si es necesario y si no te sumas a estos propósitos, serás tratado como un sucio comunista, golpeador de la economía, culpable del hundimiento de la seguridad social, un asco sos.
En otras palabras debemos vivir al borde de los números rojos en nuestro haber, para poder conformar a esta sociedad de derecho que es el capitalismo que exige mi total entrega a su principal motor: el consumo.
Nuestros números rojos son algo así como el carnet del club del capitalismo.
Bajo este panóptico, los principales actores, los que más deudas se esfuerzan por contraer, bajo este modelo, son los mejores alumnos, los más entregados y leales al modelo.
Es por ello que los héroes, los mejores son los Bancos, los políticos, que son los mejores en el arte de deber, los mejores en el oficio de enroscarle el reglamento del mejor componente del capitalismo a cada uno de nosotros, impulsándonos a endeudarnos con elementos como tarjetas, préstamos, hipotecas y todo instrumento del capitalismo, con el visto bueno del gobierno que los ayuda, con leyes y normas a ponernos en horma y a no dejarnos más opción que endeudarnos, quitándonos subsidios, prebendas o cualquier otro método de ahorro, como la compra de dólares, para que no vayamos a desviarnos del patriótico propósito.
En ese sentido, los políticos, en definitiva, son los mayores y mejores ciudadanos, no sólo se endeudan ellos, sino que lo hacen por nosotros y nos endeudan a nosotros, tomando compromisos con países extranjeros que nos tienen tomados con deudas que pagamos nosotros.
Político que conociendo ese rol, no ejerce el acto de generarle deudas a la población, puede ser sospechado de antipatriota y quedar como desleal. Un traidor, bah.
Los políticos son la médula del capitalismo, gastan lo de nosotros, con gran vigor, proponen grandes ideas con el sólo propósito de convertirnos, aunque sea a la fuerza, en otros patriotas como ellos, aportándonos al capitalismo, a nosotros, a nuestro futuro y a nuestra descendencia.
Son los más patriotas, los que sostienen el modelo con el brío que sólo te da la convicción.
En ese afán, es decir, en el mero beneficio del modelo capitalista del país, adquieren aviones, estudios de cine, viajan como marajaes, compran edificios y los administran, todo con nuestro dinero.
Son los mejores alumnos del capitalismo.
Y si falta dinero, aunque hayan jurado sobre la tumba de las madres de sus queridos conciudadanos que nunca aumentarán los impuestos, para que vean que son consientes de su rol, primero se elevan su propio sueldo, luego elevan los impuestos, de este modo satisfacen doblemente el corazón del alma del capitalismo: el crecimiento del consumo al máximo.
Qué país ordenado y leal, seamos todos capitalistas.
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