Luego de la sorpresa con que nos salieron los bancos sobre el control de la moneda extranjera, el anuncio de la quita de los subsidios, para completarla ahora aparece la ley de distribución de papel prensa.
Por supuesto no podían esperar las repercusiones en los supuestos damnificados, Clarín y Nación, que consideran el hecho un ataque directo.
Pero, por qué es un ataque, pensemos, si todo fuera tan transparente como esos medios fingen que es, por qué la preocupación, nos preguntamos qué actividades, que la mayoría no comprendemos mucho, realizan esos medios para acopiar el papel y por qué sale esta ley ahora, con fuerte movilidad de la información fuera de ese medio.
Desde el 2008 cerraron 120 diarios en Estados Unidos, no por el efecto de la recesión como solía ser que se cierran editoriales o empresas, sino porque el modelo de negocio de venta de publicidad en papel está compitiendo con medios que dan más resultados y es más barato en Internet.
Entonces no se entiende bien qué protege esta nueva ley, según se ve, ambos diarios, Nación y Clarín están tratando de ponerse a la altura de los grandes diarios que ofrecen información en medios electrónicos, e incluso La Nación, se subió al tren con una Web 2.0, que en un principio promocionaron bastante, pero que abandonaron, su proyecto Igooh, que según se comenta está en manos poco hábiles desde el punto de vista de los negocios.
Si de justicia se tratara, no hay nada que explicar, parece que hubo un despojo por parte de alianzas de esos diarios con la dictadura militar, y me parece más bien que una ley, debería haber procesados.
Más allá, la caradurez de los voceros de esos diarios convocando con palabras como “democracia”, a la población a apoyarlos, manipulando la opinión pública como si la ley significara que los hostigan especialmente, cuando deberían estar dando cuentas en la justicia por los actos poco claro sobre cómo se convirtieron en lo que son.
El asunto de Cablevisón, me pareció desprolijo, chabacano y sin ningún plan, un poco la misma sensación tengo de la mayoría de las medidas compulsivas con que terminamos el año, creo que es la imagen que derrota al gobierno: por más razón que tengan, el acto político de reprimir a trabajadores que defienden su trabajo, escudados en la leyes, nunca ha sido popular.
La globalización impone otros métodos, por ejemplo, haber estudiado opciones o procedimientos de la “toma”, consensuar con los dirigentes de los trabajadores y explicarles que sus puestos no corren peligro, y ofrecer garantías de continuidad.
La orden de un ignoto juez de Mendoza provocó que haya imágenes de la improvisación de esta política de gobierno dando vuelta por todo el mundo.
El modo que elige el gobierno de mostrar que tienen razón es un tanto peculiar.
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