El problema de la ideología de izquierda es que adolece de la previsibilidad. Tomas una persona, le vendes el idealismo de izquierda, le ofreces un ídolo a mano, le disfrazas las circunstancias, en definitiva: le creas un candidato que parece defender los intereses de izquierda, y de la forma más sencilla penetraste el camino hacia el control de un país, con muy poco esfuerzo, la izquierda cree en las palabras.

Esto es lo que parece haber ocurrido con el presidente de Perú, Ollanta Humala, que va derecho por el camino, precisamente de la derecha, traicionando todo lo que lo llevó al puesto, votos, pueblo, apoyos políticos, apoyos económicos.

Los argentinos creíamos tener el podio en materia de traiciones políticas, pero hay que ver con poco esmero Ollanta ya nos supera ampliamente.

Hay que ser muy racional para ir prolijamente invirtiendo todo lo que lo puso en el puesto, algunas de estas promesas supuestamente fueron una política de inclusión social para el pueblo del que proviene, la causa indigenista, conciencia ambiental, para proteger lo que el país del norte depreda; un modelo de crecimiento racional más justo y no sólo en beneficio de los ricos, políticas de protección de la cultura indigenista, de sus tierras, de su derecho a protección y salubridad, la eterna lucha contra la discriminación y el racismo.

Todo eso parecía por fin una realidad.

Pero ocurrió lo mismo de siempre, los electos de izquierda traicionan aquello que los colocó en el lugar que ocupan y se alían a los poderes que combatían, para obtener lo mismo que ellos ofrecen, poder económico.

Ollanta Humala indulta a los delincuentes que estaban con Fujimori y fueron condenados, boicotea abiertamente la comisión que investiga la corrupción del régimen de Alan García, desacreditó abiertamente al encargado de proteger las áreas indigenistas, Cajamarca, para darle espacio a la explotación aurífera, por parte de empresas extranjeras, sin prestar atención a lo que ya se sabe: la destrucción total de la tierra y el medio ambiente, así como de sus habitantes, humanos y animales que tales proyectos provocan; encarcelando con excusas a todo el que intenta proteger la zona, designados por él mismo, cuando mantenía su disfraz de salvador del Perú.

Los que sintieron escozor, cuando tras su elección, Ollanta visitó Estados Unidos, vieron confirmados sus temores.

La visita fue con el Consejo Nacional de Defensa de Estados Unidos, nada menos, y hoy Perú cuenta con un número escalofriantes de bases militares estadounidenses.

Mientras, el país del norte le devolvió la visita enviándole un General, Subsecretario de Estado en asuntos de drogas, entendido en asuntos de Colombia, embajador estadounidense en Colombia en el mandato de Uribe, éste último, el aliado más importante del país del norte en Latinoamérica.

La “relación”, entre otras, hizo surgir de repente la bondadosa oferta de un programa de cooperación entre Perú y EEUU que hizo que un crédito del banco mundial creciera a 293 millos de dólares para el 2012, ampliación, porque el asunto está pactado desde el 2008.

Qué joyita este Humala, hace que algunos delincuentes parezcan bebés de pecho.

Qué bien la hizo, cómo le creímos todos, no sólo sus compatriotas, sino todo el resto de los presidentes que conforman la alianza de la UNAM, que ahora duermen con el enemigo.

El regalito en money, no es otra cosa que un “donativo” para sostener su gestión, ahora ajena a la necesidad del apoyo que lo puso en el puestito.

Opuesto a los discursos pre electorales, se alinea con México, Chile, Colombia como países co-dependiente de las políticas estadounidenses, adosado a sus “ganancias” y sostenido ahora por poderes económicos más sustanciosos.

Perú era “el dorado”, país minero, una tentación para los que no les importa sus habitantes, la salud, el ecosistema y todo lo que quede del despojo que causa la explotación minera, y todo para qué: ¿para Perú?, no, para Estados Unidos.