El grabado del
acero inoxidable consiste en dibujar en su superficie lo que deseemos
aplicando de forma controlada un ácido que corroe la superficie donde queremos
que aparezca el trazo. Para evitar grabar en zonas donde no se desea hacerlo se
utiliza normalmente barniz, cubriendo con
él toda la placa de acero, y se dibuja marcando surcos con una herramienta
punzante descubriendo el metal.
Realmente lo que ocurre es que el metal que entra en
contacto con el ácido se oxida, perdiendo electrones y disolviéndose,
convirtiéndose en lecho donde se alojará posteriormente la tinta.
Inicialmente los ácidos utilizados eran muy agresivos
(ácido nítrico o ácido muriátrico) . Producían mucho vapor y eran muy tóxicos.
Estas reacciones químicas podían afectar, y lo hacían, a la salud del artista o
decorador. Se hizo necesario encontrar otro método más agradable y menos
agresivo.
Las investigaciones condujeron al descubrimiento del
grabado con sulfato de solución salina. En este método, el ‘acido’ es una
solución de agua caliente con sulfato de cobre y sal de mesa. Este compuesto
funciona bien sobre el acero inoxidable, sin producir gases peligrosos o
subproductos peligrosos. Solamente produce un residuo naranja fácil de retirar
del acero. Además el grabado producido por este método es nítido y fino, de gran
calidad.
Hay que tener en cuenta que este método elimina la
resistencia del acero inoxidable al óxido, pues hemos retirado la capa reactiva
superficial del cromo. Por lo tanto hay que secar y limpiar muy bien la zona
grabada para evitar la oxidación.
Con el método de grabado con sulfato de solución salina, la
decoración del acero inoxidable pasa a ser un proceso sencillo y sin
peligros.
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