Madrid es una ciudad grande y llena de posibilidades, pero eso también significa otra cosa: hay tantos edificios de toda clase y condición, y tantas personas, tanto oriundas de la región como procedentes de otras comunidades autónomas, que pensar en la construcción de nuevas obras resulta un tanto abrumador. Más bien, lo que necesita la capital, por encima de todo, es mejorar las condiciones de vida de la gente, empezando por sus propios pisos y viviendas en general. No debemos olvidar que la pandemia del coronavirus todavía sigue vigente y que, por tanto, es imprescindible que el espacio del hogar sea confortable y resistente.
Pero, ante todo, debemos procurar pensar no en la población general, sino en colectivos minoritarios, cuando pensamos en mejoras de los edificios de viviendas de la comunidad. Por ejemplo, las personas con movilidad reducida, que no pueden subir y bajar escaleras libremente. Un primer paso, por tanto, unido indefectiblemente al de instalar ascensores en aquellos edificios donde aún no haya, consiste en colocar sillas salvaescaleras en todos y cada uno de ellos sin excepción.
Contrariamente a lo que se suele pensar, no hay que esperar a que haya una persona en silla de ruedas para instalarla, ya que la idea es hacer las infraestructuras de viviendas inclusivas de antemano. Si no, la persona con movilidad reducida que tal vez se mude a uno de los pisos sin salvaescaleras, se verá abocada a una larga e incómoda espera; y si no hay ascensor, directamente tendrá que renunciar al alquiler de un piso que, tal vez, fuera para ella perfecto en precio y ubicación.
Tales son los inconvenientes a los que las personas con discapacidad motora se enfrentan a diario, y, por lo tanto, tales son los motivos por los que instalar salvaescaleras en Madrid, en todos los edificios privados e indudablemente en todos los públicos, resulta esencial. Así, la capital será un ejemplo de accesibilidad, como debe ser, y otras ciudades y regiones podrán imitar su ejemplo. Nuestra sociedad será, de esta manera, mucho más empática y solidaria, el objetivo al que deberían aspirar todas sin excepción.
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