Los ascensores, en la mayoría de los casos, los vemos como un artilugio más o menos estético y más o menos amplio que, a partir de un motor, nos eleva unos cuantos pisos arriba o nos baja hasta la planta calle. El montaje de ascensores en Madrid es algo que se asume como el elemento imprescindible en todo edificio de uso público y privado, por aquello que hace referencia a la ley de accesibilidad; y lo mismo, la contratación del servicio de mantenimiento de ascensores, un servicio obligatorio por ley, en ningún caso optativo; y es sencillo de entender, porque el mantenimiento de un ascensor garantiza el buen estado del mismo y la seguridad en su funcionamiento; piezas rotas o desgastadas por el uso, se arreglan o se cambian y, de esta manera, sabemos que podemos utilizarlo sin que ningún problema o contratiempo se pueda producir.
Sin embargo, ¿se habían parado alguna vez a pensar que en un ascensor pueden ocurrir pequeñas historias y anécdotas graciosas que se escapan a nuestra imaginación? pues, sean conscientes o no, de que esto puede pasar, lo cierto es que ocurren.
En un ascensor podemos ir solos o acompañados; cuando estamos solos, nos miramos al espejo, nos atusamos el pelo, nos repasamos el maquillaje, nos colocamos la corbata... y cuando coincidimos con alguien, lo más usual es recurrir a una charla, sin más pretensiones que acortar ese tiempo en el que nos encontramos varias personas en un espacio que no deja demasiado espacio a la intimidad, y entonces, hablamos del tiempo y demás asuntos triviales para evitar esa situación, en ocasiones, algo incómoda.
Pero en la cabina de un ascensor también se puede conocer al amor de tu vida ¿cuántas historias de amor se habrán forjado en el interior de un ascensor cuando no sabemos de qué hablar para rellenar el tiempo? y resulta, que no hizo falta enunciar palabra porque una mirada suplió cualquier enumeración de palabras, sin poco o nada, de interés; y ¿por qué no? puede que alguna vez hayamos sido ese elemento sorpresivo que ha interrumpido el movimiento del ascensor y ha dado al traste una con una escena romántica digna de la mejor película de amor; o puede que hayamos pillado al vecino del quinto en un momento de esos en los que solo querría exclamar "tierra trágame".
Y es que, señoras y señores, el montaje de ascensores en Madrid, puede encerrar en su cabina mucho más que unos simples minutos empleados para subir o bajar.
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