No sé si a ustedes les ocurrirá lo mismo, pero yo, que ya soy lo bastante mayor como para tener un trabajo estable, todavía siento cierta añoranza hacia esa época de principios de septiembre en la que nuestros padres nos llevaban a comprar los libros de texto del nuevo curso y todo el material escolar que necesitábamos; desde lápices y bolígrafos, hasta gomas y afiladores, y sin olvidar, claro está, las reglas, el típex y las libretas. Libretas. De eso quiero yo hablar. Porque, en realidad, cuando crecemos, si seguimos estudiando, seguimos necesitando casi todo eso, empezando por las libretas. Un alumno universitario vive de sus apuntes, y no hay nada mejor que unos apuntes bien redactados en una libreta limpia. Desde mi experiencia, los alumnos que son capaces de hacer tal cosa son los que aprueban con notas altísimas después.
Hay asignaturas, y carreras en su totalidad, que no se prestan demasiado a tomar apuntes porque son más prácticas o se basan mucho más en fórmulas y números que en letras; no obstante, todas tienen su parte de teoría y eso es importante, sobre todo en primer curso. Después, están las carreras de letras o las más teóricas. Pongamos por ejemplo la Psicología: si los alumnos están en ese momento enfrascados en los principios teóricos del pensamiento de Carl Gustav Jung Barcelona, es posible que necesiten llenar páginas y páginas enteras de apuntes; y si además tienen que hacer un trabajo sobre su pensamiento y trayectoria, tienen tantísima información en internet, como la que ofrece la web de SEPA en Barcelona, que difícilmente van a poder escribir menos de diez páginas. Aunque hoy en día, con los ordenadores, todo es sencillo; pero tomar notas de forma analógica es crucial.
En cualquier caso, ya se decidan a buscar más información en http://www.sepanalitica.es sobre la Sociedad Española de Psicología Analítica o no, no cabe duda de que las libretas siguen siendo fundamentales para cualquier estudiante que se precie de serlo. Además, no hay nada más bonito que revisar tus notas y darte cuenta de que has hincado los codos para escribir eso.
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