Esto de las primeras citas ya no se lleva, es un hecho. Ahora, todo es más rápido, más sencillo, menos cercano, y más si encima tienes un montón de medios al alcance de tu mano para comunicarte con personas que están a cientos de kilómetros de distancia. No quiero parecer el clásico abuelo que reniega de los avances tecnológicos y del cambio de los tiempos, pero entiendan que, habiéndome criado en una época en la que ciertas cosas se valoraban y mucho, es duro tener que hacerse a la idea de que hoy en día todo eso está obsoleto. Cada cual vive su vida como quiere y no soy quien para aseverar que mi época fue mejor que la actual, pero al menos permítanme expresar un poco de debilidad y sentir una nostalgia tonta hacia aquellas cosas que ya nunca volverán.
En cuanto al asunto de las primeras citas, cierto, no deja de ser una costumbre, un poco absurda en ciertas cosas, pero planificarla era bonito. Para empezar, las dos partes tenían que dedicar unas cuantas horas a pensar cómo iban a vestirse; de una forma elegante, de una forma casual, de manera más sencilla o más barroca... Eso, claro, depende de la personalidad de aquel o de aquella con quien vamos a cenar, y a quien hemos de investigar previamente. Sí, cenar, porque ese es el ambiente ideal de las primeras citas, así que también hay que pensar un establecimiento. Por ejemplo, se puede buscar un buen y elegante restaurante de Torrejón para cenar allí; y aunque algo bueno de la modernidad es que con internet puedes buscar más información y encontrar webs como http://www.restauranteelcaseron.com, antes todo era más complicado, pero también muy divertido.
Además, los restaurantes descubiertos luego servían para otras ocasiones, como celebrar la comunión de nuestro hijo u organizar una comida de empresas del sitio en el que trabajamos. Bueno, no digo que eso no se pueda hacer ahora, pero lo que ha cambiado es el proceso a seguir; todo es más rápido y te implicas menos. Aun así, todavía hay buenos restaurantes, algo es algo.
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