Cuando creas algo, normalmente pones todo lo que tienes en ello; al menos si te dedicas al campo que realmente te apasiona y que se te da bien. Esto ocurre con todo, aunque lo más fácil es pensar en el arte: arte pictórico, arte del celuloide, arte de la literatura o del cómic, arte musical... Sin embargo, no todas las artes que existen son las que tradicionalmente conocemos, sino que hay otras, más artesanales, que conviene tener en cuenta. Tejer un paño y elaborar cerámica no son cosas de otra época, sino que mucha gente sigue poniendo el cuerpo, el alma y las técnicas que ha aprendido en diseñar y crear vasijas hermosas o paños de cocina muy bonitos. De todos modos, ni siquiera se pone en duda nunca que eso sea arte, en todo caso es un poco menos conocido por la juventud que lo primero que hemos mencionado (sobre todo el cine). Por eso, a mí me gustaría hablarles de lo que también es arte pero, por culpa de la función con la que fue diseñado, no se considera tal; por ejemplo, los juguetes eróticos.
Seguramente la primera reacción que han tenido todos ustedes al leer esas dos palabras haya sido la de reírse, pero me gustaría que reflexionasen sobre el porqué de esa risa. Yo apuesto porque, en primer lugar, esa carcajada surge de los tabúes internos que tienen todos ustedes con respecto al sexo; y es que dudo que ninguno sea capaz de pisar una tienda sex shop sin reírse o, como poco y si está solo, sin sentirse avergonzado. Estoy seguro, de hecho, de que miran a izquierda y derecha y comprueban siempre que la puerta de su habitación esté cerrada con llave si lo que hacen es buscar mas información sobre estos artilugios en algún sex shop online, como, sin ir más lejos, el siguiente: Maesen. Y aun así, todos y cada uno de los objetos que se venden en esa página son arte, porque se elaboran con mimo y con creatividad. Piénsenlo bien e intenten vencer sus propios prejuicios, al final lo agradecerán.
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