Los auténticos artistas no se limitan a vomitar, con perdón del término, lo primero que les viene a la cabeza, sino que son conscientes de que toda obra de arte debe trabajarse una vez elaborado el primer borrador. Ese trabajo constante, el perfeccionamiento, es lo que distingue las grandes cumbres de la literatura, la pintura, la música o la escultura en lo que a obras se refiere de todas las demás, productos mediocres que en la mayoría de los casos ni siquiera verán la luz del día. Por ejemplo, los ilustradores, generalmente, no solo tienen que cuidar la fisionomía y naturaleza de las personas, animales y paisajes que dibujan, sino que tienen que dedicar no pocos minutos a que una pequeña flor quede realista, al movimiento de ese pájaro que está en tercer plano, o, incluso, a la vestimenta y a los complementos que lleva dicha persona humana. Por ejemplo, el dibujo de un ejecutivo debería llevar un reloj de marca, y eso implica un trabajo de investigación cuyo objetivo es plasmarlo de la manera más realista posible.
Irónicamente, los relojeros, artistas y artesanos de lo suyo, también dedican tiempo y toneladas de paciencia a que su creación tenga las mejores manecillas, los mejores engranajes, la mejor pedrería y, en definitiva, el mejor acabado posible; por lo que no es demasiado pedir que los artistas se tomen la molestia de investigar ese proceso y su resultado final para dibujarlo de la mejor manera posible. Algo que se puede hacer es buscar más información en relojerías online en las que se puede, sin ir más lejos, comprar relojes Rolex, por lo que no faltarán fotografías de dicha pieza maestra desde todos los ángulos posibles. Además, existe la posibilidad de adquirir otras marcas de renombre y, así, conseguir relojes Breguet y encontrar un reloj Patek Philippe. La ropa, los atuendos, los relojes, las joyas, el tipo de bolso o de peinado... Todo eso define a un personaje; y en el aspecto visual, diseñar correctamente a un ser humano con todos esos elementos lo convierte en un individuo fácil de creer.
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