No sé si ustedes han oído algo sobre la polémica que hubo con un cliente y con una serie de taxis en algún lugar de España; y es que, aunque en realidad lo sé y me tienta dar esa información, por respeto a esos profesionales del transporte público, que a buen seguro no van a querer darse a conocer, es mejor callar. Lo que ocurrió, para ser más concretos, es que un cliente no se quiso subir al primer taxi de una parada porque la conductora era mujer; y, cual efecto dominó, pero de esos que es hermoso presenciar, ninguno de los otros conductores quiso llevar al malnacido a casa; con lo cual, se vio abocado a irse a su casa a pie... ¡Y en una noche de cerca de cuarenta grados! ¿Les da pena? No, claro que no. Y es que, como bien afirmaba el taxista que no quiso llevarlo en primer lugar y que después dio cuenta del suceso en las redes sociales, a esa clase de individuos hay que acorralarlos y hacerles saber que no tienen apoyo alguno.
Y es que para ser taxista no solo hay que conducir, sino sujetarse a un código ético, pues todos los trabajos del mundo tienen uno; y tratar bien al cliente es tan fundamental como tratar bien a los compañeros y no fomentar ni el machismo, ni el racismo, ni otras formas de discriminación dañinas. Hay otras, claro, aunque, en este caso, sí que me gustaría ejemplificar esa profesionalidad ideal en este campo con los taxistas de Rivas. He subido a taxis en muchos lugares de España, pero los que con más cariño y agrado recuerdo son los taxis de Rivas, pues supieron tratarme con la dignidad que merecía –en ningún momento, por ejemplo, me engañaron para cobrarme más de la cuenta por desconocer la zona– y, además, los vehículos estaban nuevos y relucientes. Además, al día siguiente pedí un taxi en Rivas desde la página web, http://www.taxi-rivas.com, y me entretuve buscando más información; porque a eso lo llamo yo una página web con información clara para el cliente.
|