El verano es la época de las vacaciones, de la fiesta, de la playa, de las salidas nocturnas... Y de perder la línea. Esto no es algo malo, sino más bien la conclusión lógica de un ciclo anual que ha estado todo el año constituido de dietas y de ejercicio precisamente para, llegados a este punto, a los meses de junio, julio y agosto, tener la figura ideal para lucir palmito en la playa. Y nuestra justa recompensa no es solo bañarnos en el mar o en la piscina de un hotel y tomar el sol, sino también comer y beber para llenarnos la tripa de cosas deliciosas y refrescantes. En fin, no pasa nada; cuando se acabe el verano, volveremos a las andadas. ¿Qué más da, entonces, saltarnos un poco la religiosa rutina? Si no lo hiciéramos de vez en cuando, no viviríamos la vida como Dios manda. La cuestión es que esta perorata que les acabo de soltar es la introducción ideal para comentarles que no hay nada malo en disfrutar, de vez en cuando, de productos calóricos como los que ofrecen pastelerías como www.productosluque.es, en la que si algo no falta es más información sobre la enorme gama de pasteles y dulces que ofrecen las pastelerías industriales de Madrid.
Y creo que este tipo de pastelerías tienen dos picos: el del verano, pues es cuando acompañamos algún té frío con una deliciosa tarta después de un merecido día de plata; y las Navidades, cuando el alimento que más triunfa es el exquisito Roscón de Reyes del cinco de enero; ¡que no solo los niños van a tener regalos de Melchor, Gaspar y Baltasar! En verano, lo que más triunfa quizá sean las tartas frías, esas que no se hornean y que terminan de pillar ese punto de delicia en la nevera, junto a la nata muy fría. Luego están los helados, que, no lo olvidemos, también son un producto hermano de estas fábricas de pastelería, esas que los más soñadores y adictos al azúcar y a paladear el sabor dulce seguramente también llamen “fábricas de sueños”.
|