A menudo me suelo reír mucho, porque no lo puedo evitar, de las parejas jóvenes que deciden empezar su vida juntos o, en general, de cada persona que empiece su andadura en solitario en el terreno íntimo; o, como suele decirse, de todas esas personas que dejan la casa de papá y mamá para iniciar una vida de independencia económica y social completa. Me río porque, en general, todos ellos empiezan a sentirse muy adultos y muy experimentados desde el mismo momento en el que comunican a sus padres su marcha definitiva del hogar familiar. Vamos a ver, no pretendo restarles méritos, puesto que en esta vida la independencia es vital en todos los sentidos; y si la economía les permite alquilar o hipotecar su propio piso, chapó por ellos. Sin embargo, me parece que pecar de imprudencia o creerse poseedores de una experiencia que aún no se tiene es, cuanto menos, absurdo.
Y esa falsa experiencia pasa factura luego. Por ejemplo, hay un electrodoméstico que siempre se desdeñar, y entra en la primera criba de “cosas que realmente no hacen falta”. Es el caso de las aspiradoras. Da igual cuántas veces les digas que, a la larga, agradecerán tener una, porque limpiar el polvo y las pelusas del suelo con una de ellas siempre es más sencillo y rápido que hacerlo con un cepillo; ellos creen que es mentira, y que es mucho mejor limpiar en silencio que con un instrumento que hace tanto ruido. Es cuando pasan uno o dos meses que empiezan a lamentar no haberse comprado una cuando todavía estaban a tiempo; y cuando, en todos los sentidos, se arrepienten de no haber buscado más información sobre modelos decentes en Andorra Free Market.
Lo bueno es que de los errores se aprende; y se aprende, por ejemplo, que lo ideal no solo es comprarse una Roomba, el modelo de mayor calidad del mercado; sino que es una muestra de inteligencia comprarse una Roomba online, puesto que las tiendas de internet ofrecen una gama de productos mayor y unos precios bastante más asequibles. Internet ofrece facilidades muy interesantes.
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