Todos hemos vivido muchas cosas típicas de la época de estudiantes: quedarnos dormidos porque no escuchamos el despertador; gorronear comida en el recreo a los alumnos responsables; tener miedo porque no hemos estudiado nada para el examen, salvo el día anterior... En fin, un sinfín de cosas más. Pero, no sé qué pensarán ustedes, creo que hay una cosa que es la que más se repite, y es el asunto de perder el autobús. Al fin y al cabo, los que nunca tuvimos la suerte de que mamá o papá nos llevasen al cole –o peor aún, los que nunca vivimos al lado del cole–, teníamos que subirnos al transporte público la friolera de diez veces a la semana, y eso sin contar los fines de semana. Eso a la vuelta no importa tanto, pero a la ida, por la mañana y cuando nos estamos arriesgando a llegar tarde, es terrible.
Por suerte, la adolescencia y la etapa de ser dependientes siempre llega a su fin, y es nuestro primer trabajo el que marca el inicio de la etapa siguiente: el de poder pagarnos nuestras cosas. Y no solo porque podamos comprarnos un coche, sino porque, hasta que llegue el momento de tener carnet de conducir, podemos ignorar el autobús y coger un taxi. Eso sí, encontrar un taxista agradable y que cumpla con su trabajo de forma eficiente y sin dar rodeos innecesarios para llevarnos a nuestro destino es complicado. Recuerdo, por ejemplo, que una vez me contaron que los taxis de Rivas son el paradigma de la eficiencia, puesto que allí los taxistas son amables, dan conversación y, además, te llevan rápido al sitio en el que quieres quedarte. La verdad, ojalá todos los taxistas fueran como los taxistas de Rivas, porque entonces me plantearía dejar de conducir para siempre para desplazarme siempre en uno. Bueno, de hecho, una vez quise buscar más información en Taxi-Rivas y la verdad es que la información está clara y es fácil de entender, lo que me hace pensar que coger un taxi en Rivas es, en efecto, una buena idea.
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