Vivimos en una sociedad de excesos y lo peor de eso es que ni siquiera nos damos cuenta. Nos creemos las milongas que nos sueltan: que necesitamos comer carne para sobrevivir, que es inevitable necesitar un coche para desplazarse a los sitios, que tenemos que utilizar constantemente la electricidad por las noches... No se piensen que soy un troglodita: soy consciente de que todo eso son avances que facilitan el día a día del ser humano. Lo que yo cuestiono, lo que me parece que todos nosotros deberíamos poner en duda, es que recurramos a ellos tan a menudo y por excusas tan banales. Por ejemplo, la carne es un componente importante en la dieta, es verdad; sin embargo, no necesitamos comer tanta, y de nuestra gula se aprovecha la explotación animal de las industrias cárnicas. ¿No creen que se podría llegar a un punto medio si aprendiéramos a saciarnos en su justa medida?
Y lo mismo vale para la electricidad si aprendiéramos a utilizar velas e iluminación no eléctrica en ciertas ocasiones, o, en el caso de esa necesidad de desplazarse a los sitios, el transporte público. De hecho, el transporte público está muy infravalorado, y parece que es una cosa “relegada a los estudiantes”. Cuando te gradúas y consigues tu primer trabajo estable de jornada completa y contrato indefinido, hay una presión social que te dice que tienes que tener un coche para ser adulto, y en realidad no. Pongamos, por ejemplo, el caso de Rivas; yo he estado allí, y sé de algunas personas que han tenido que ir por asuntos de trabajo. Todos ellos, sin excepción, pudieron llegar a sus destinos sin problema gracias a los taxis de Rivas. Económico, cómodo, comprometido con el medio ambiente porque responde a una necesidad sin por ello tener que introducir otro coche... Un taxi de Rivas es el ejemplo ideal de lo que estoy diciendo.
Es posible que me lean escépticos y se resistan a buscar más información sobre los taxis en Rivas en su página web, http://www.taxi-rivas.com, y probar a usar taxis y autobuses estén donde estén.
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