“En la capital hay de todo”, dicen; es, de hecho, un leitmotiv de las sociedades humanas en general. Cuando nos vamos de viaje a otro país, ya seamos españoles, franceses, austriacos, japoneses, chinos, vietnamitas, argentinos, estadounidenses o hawaianos, lo primero que queremos hacer es visitar la capital. Si nos vamos a Francia, pues París, que encima está considerada la capital de la cultura europea; si decidimos pasar una estancia en Japón, nos vamos a Tokio; y si queremos inmortalizar una o dos semanas de nuestra vida en los Estados Unidos, lo normal es elegir... De acuerdo, lo normal es elegir Nueva York, no Washington; de modo que, como en todas las reglas, hay excepciones.
¿La hay para los visitantes que vienen a España? Un poco sí, porque la cosa suele estar entre Madrid y Barcelona, o, si se prefiere turismo playero, entre las diversas islas y costas de la geografía española. No obstante, es verdad que un amplio porcentaje de gente preferirá Madrid. Porque es la capital. Porque es, con perdón de Barcelona, la “gran ciudad”. Dicho esto, la necesidad de la gente de ir a una capital responde a motivos muy diversos: el deseo de perderse en una ciudad muy grande y muy majestuosa, la necesidad de empaparse con su historia y, sobre todo, el ansia de encontrar de todo. En cualquier gran ciudad hay de todo, y, en una capital, se supone que más aún.
De hecho, les voy a poner un ejemplo muy tonto: si es relativamente sencillo encontrar negocios de venta de relojes en España, encontrar personas que venden relojes en Madrid lo es más aún. Y relojes de todo tipo y condición, claro está; aunque, si se prefieren relojes de calidad y duraderos, lo conveniente sería dirigirse a los establecimientos de venta de relojes en el Barrio de Salamanca. ¿No me creen? Bueno, no tienen por qué no hacerlo, no es que les esté diciendo que en Madrid hay tiendas de armas. En cualquier caso, me gusta presentar pruebas, y no hay página mejor para adquirir más información al respecto que esta: http://www.vendoreloj.es/.
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