Existe una conciencia general, sutil, muy subyacente en el pensamiento social, de que el taxi es el medio de transporte público más snob que existe. Hasta cierto punto, lo puedo entender: en primer lugar, es caro, y todo lo caro se asocia siempre a personas adineradas que carecen de problemas graves para llegar a fin de mes, a diferencia de la gran mayoría de la población española e incluso mundial; y en segundo lugar, es un medio de transporte individual. Sí, tú puedes compartir el taxi con un amigo o con un familiar, pero, a diferencia de lo que ocurre si vas en autobús o en metro, no tienes que hacerlo con un maremágnum de desconocidos. No exagero con lo de “maremágnum”: todos sabemos lo que ocurre un lunes en hora punta, sobre todo si hay colegios o institutos cerca y la jornada lectiva acaba de finalizar.
Sin embargo, en ocasiones soy incapaz de entender por qué la gente tiene esa concepción de los taxis, e incluso olvido los motivos lógicos que yo mismo acabo de aportar. Y es que, cuando cojo un taxi en Rivas, sin ir más lejos, mi espíritu de persona modesta de clase media queda plenamente satisfecho. Quizá sea solo yo, pero las veces que he tenido que viajar hasta allí por cuestiones de trabajo, ocurre lo mismo: llamo por teléfono y pido un taxi que no tarda ni cinco minutos en llegar; el conductor no da vueltas sospechosas y, encima, me da conversación, y el precio final es más que justo. Todos los taxis funcionan igual, dirán ustedes, pero algo tienen los taxis de Rivas que me hacen pensar siempre que eso no es del todo cierto.
Las personas siempre estamos deseando que, cuando pagamos por un servicio, dicho servicio nos devuelva el favor con una extraordinaria atención personal y un trabajo que incluso supere nuestras expectativas; y cuando lo encontramos, aunque sea en un taxi de Rivas, la sensación de satisfacción es realmente maravillosa. En cualquier caso, si ustedes tienen planeado ir a Rivas, les aconsejo pulsar aquí y buscar más información: http://taxi-rivas.com.
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