Los créditos rápidos son productos financieros cada vez más solicitados por las familias españolas. Los reyes en la concesión de este tipo de préstamos son las entidades privadas, debido a la reticencia a otorgarlos de la mayoría de los bancos. Créditos rápidos, microcréditos, préstamos personales... cualquier fórmula de financiación es una buena o mala opción según nuestra situación personal, los términos y las condiciones de cada producto y de si vamos a ser capaces de poder devolverlo en los plazos fijados.
Pero ¿qué son los créditos personales? son préstamos a corto plazo a los que se responde con nuestros bienes personales. Los créditos rápidos, como su propio nombre nos indica, se conceden en pocos minutos de forma totalmente online, a través de páginas web que actúan como plataforma y que cuentan con varias empresas de financiación privada, pulsa aquí, una vez que hayamos rellenado la correspondiente solicitud, recibiremos respuesta de varias entidades con el objeto de que podamos elegir aquella que nos ofrezca mejores condiciones. Estas empresas ofrecen acceso fácil, flexibilidad y toda la información que el usuario necesite.
Los créditos y préstamos rápidos nos permiten conseguir la cantidad de dinero que necesitamos de forma inmediata, pero no dejan de ser préstamos personales ya que ante un posible impago de los mismos, respondemos con nuestros bienes personales presentes y futuros.
Pero ¿es lo mismo créditos rápidos que préstamos rápidos? teóricamente no. Un préstamo es una determinada cantidad de dinero que se nos presta con el compromiso de devolverlo mediante cuotas mensuales con sus intereses correspondientes y dentro de un plazo fijado, mientras que un crédito es un contrato mediante el cual disponemos de una cantidad de dinero de la cual podemos ir retirando lo que necesitemos, sin superar nunca el límite del crédito, y que deberemos devolver de acuerdo a lo retirado.
Los motivos por los que se suele recurrir a los préstamos rápidos y créditos al instante es para poder hacer frente a pagos imprevistos, matrículas, material escolar, para evitar que nuestra cuenta bancaria se quede al descubierto, imprevistos domésticos como averías o compra de electrodomésticos, celebraciones familiares como bodas o comuniones, reformas urgentes... |