La obsesión por el tiempo es un sentimiento inextirpable que todo ser humano tiene inculcado desde que toma conciencia de la finitud de la vida; de la vida y, ciertamente, de todas las cosas: desde una simple bolsa biodegradable hasta la estructura decadente de un edificio abandonado. Cuando pasamos frente a ese edificio, observamos sus paredes castigadas y sabemos que, algún día, se derrumbará; y eso es una versión fría y material de lo que sabemos que pasará con nosotros mismos cuando miramos nuestra piel y vemos que poco a poco empieza a llenarse de arrugas. Pero me estoy poniendo pesimista; en realidad, de lo que a mí me gustaría hablar es de relojes, y de relojes de lujo, además. Hay muchos aquí y mucha más información sobre ellos en páginas como http://comproreloj.es.
Porque opino que en el símbolo del reloj la humanidad deposita todos sus temores con respecto a la muerte y a la idea de que nada es eterno. ¿Que tenemos que levantarnos temprano para ir a trabajar? Miramos el reloj; ¿que hemos quedado con alguien? Miramos el reloj; ¿que esperamos a que llegue la pizza?, miramos el reloj. Y así, con todo. En resumen, un reloj calma en parte nuestra ansia de no saber cuánto de ese tiempo limitado que tenemos ha transcurrido, y, por eso mismo, qué menos que tener un reloj de lujo. Comprar relojes Rolex es una experiencia que suena a muy James Bond, ¿verdad?, porque ninguna persona de clase media-normal puede ni quiere permitirse gastarse un dineral en un reloj de marca; pero la realidad es que a todos nos gustaría disfrutar de un reloj bien hecho de vez en cuando.
Y quien dice comprarse un Rolex, dice comprar relojes Panerai o también comprar relojes Vacheron Constantin. Y, en fin, las marcas son muchas y podemos elegir. Esa es una lección interesante de la vida, ¿no creen? Aunque nuestra vida tenga fecha de caducidad y no hayamos podido elegir ciertos aspectos arbitrarios, como el lugar en el que hemos nacido, siempre podemos elegir dentro de nuestras posibilidades. Yo lo veo un auténtico alivio. |