Junio suele ser el mes de las orlas de fin de carrera, pero para aquellos que han tenido la suerte de terminar sus estudios no todo es de de color de rosa. Porque resulta que también es el mes de los Trabajos de Fin de Grado, abreviados como TFG. A los que no hayan sido nunca universitarios, lo sean en un futuro o lo fueran cuando no existía el plan Bolonia, les explicaré en qué consiste: en un trabajo de investigación tutelado -o sea, bajo la permanente supervisión de un tutor- que ha de incorporar a dicha investigación citas sobre otros trabajos que traten del tema elegido, una bibliografía selecta y un mínimo de cincuenta páginas.
Y yo, gracias a los dioses, por fin he terminado el mío y ahora solo me falta defenderlo; es decir, exponerlo ante un tribunal que valorará fallos y aciertos y pondrá una nota global final. En lo que preparo mi exposición, les comentaré de qué va mi trabajo: yo estoy estudiando Comunicación Audiovisual porque me encantaría meterme de lleno en el mundillo de la televisión y, a ser posible, del cine. No como guionista, sino como director, como persona al mando de una cámara. Por eso mismo, he querido profundizar en el elemento que más me interesa haciendo una comparativa muy curiosa: las cámaras del cine y las cámaras de vigilancia IP.
La diferencia entre unas y otras es que las cámaras IP presentan, obviamente, un solo plano; porque son funcionales y lo único que les interesa es grabar un determinado ángulo para facilitar la seguridad del recinto. En el cine se suele usar la multicámara; es decir, la grabación de una escena usando varias cámaras situadas en distintos lugares y, por lo tanto, desde distintos ángulos. Sin embargo, antes de que Akira Kurosawa introdujera por primera vez el recurso de la multicámara en su obra cumbre Los siete samurais, los planos cinematográficos eran muy similares a los planos de una cámara de seguridad.
He recurrido a películas y a páginas como www.seguridad100.com/ para obtener más información para el trabajo. Creo que ha salido bien. |