A menudo me despierto sobresaltada a las seis de la madrugada, creyendo, y digo la verdad, que está aconteciendo un terremoto sin precedentes. Teniendo en cuenta que vivo en un lugar en el que nunca hay terremotos, eso siempre me sorprende; y cuando estoy lo bastante lúcida como para reflexionar sobre ello, me doy cuenta de que no tiembla nada. El culpable de mi pesadilla recurrente, si es que se la puede llamar así, es un ruido ensordecedor que, por lo menos dos días a la semana, resuena en mi dormitorio a esa hora. Tras mucho indagar, resulta que he descubierto lo que era: la aspiradora de mi vecina. Y mi vecina es una señora de ochenta años con más energía que un adolescente, la enemiga de los búhos y la reina de las criaturas diurnas.
Esto me ha llevado a pensar lo siguiente: ¿por qué esa señora no se compra una aspiradora nueva? Porque la que tiene algún día se romperá -rezo por ello- y, entonces, va a tener que abandonar su cubil para renovarse un poco. Sinceramente, yo le aconsejaría encantada sobre algún modelo mucho más actual y, desde luego, bastante menos ruidoso. Verán, yo, sin ir más lejos, tuve que comprarme una aspiradora nueva hace menos de dos meses, y escogí comprar una Roomba porque son de las mejores del mercado. Silenciosas, eficientes, duraderas y, encima, muy económicas; y no me crean a mí, crean a esta tienda, www.andorrafreemarket.com/, que fue donde me la compré. Si pulsan aquí, sabrán mucho más sobre las Roombas.
Tampoco se crean que es sencillo escoger una aspiradora de este modelo, porque resulta que hay muchos submodelos. A mí los que más me gustan son los de la Roomba 650 y la Roomba 780, pero al final me decanté por el segundo. No saben lo contenta que estoy: pasar la aspiradora una vez por semana antes era un suplicio porque, ya lo habrán notado, no soporto el ruido ensordecedor que hace la mayoría; pero con esta todo es fácil, todo es silencioso. Ya podría la señora de al lado seguir mi ejemplo. |