Hay personas que son adictas al campo y a los paseos por jardines hermosos y coloridos; se deleitan contemplando las flores, observando a los peces en las charcas y descansando a la sombra de los árboles. A otros, o quizá más bien a otras, lo que les encanta es el olor a tela y cuero de las tiendas de ropa, así como esa música de pasarela que suele acompañar siempre que nos estamos probando algún vestido, un pantalón o la camiseta de moda. Y luego están las personas como yo, bichos urbanos sin interés por la moda que se aburren en esos ambientes pero que, sin lugar a dudas, sienten la misma fascinación por otros que tampoco son tan distintos. En mi caso, les estoy hablando de las tiendas de música y de películas.
Es lo que tiene sentir pasión por las artes audiovisuales; y tanto que, de hecho, estoy en segundo de Comunicación Audiovisual, una carrera sin demasiadas esperanzas de éxito laboral pero que en mi caso es vocacional. En fin, como les decía, las tiendas en las que se venden películas y todo tipo de música me atraen especialmente, así que sobra decir que soy una adepta de los Daily Prices y de la sección de dvds y cds de El Corte Inglés, entre otros. Uno de los motivos, además del evidente -que adoro el cine y me falta tiempo para ir a todos los conciertos que me apasionan-, es que disfruto viendo toda esa aglomeración de títulos. Las cosas como son, yo siempre he querido tener en mi casa una sola habitación dedicada a almacenar todos los que me gustan y más aún; y, a ser posible, clasificándolo todo por género, por autores y por épocas.
Dudo mucho que vaya a conseguir algo así, pero me conformo con mi pequeña biblioteca de OneDrive, una especie de biblioteca virtual de la cual tienen más información en www.privadocs.com/. Verán, suelo descargarme música y también descargar vídeos como último recurso, pero, cuando lo hago, me encanta almacenarlo aquí. Es, claro, una manera de disfrutar de las tiendas que me gustan. |