Los motivos por los que la gente se piensa mucho eso de tener o no animales de compañía y, en última instancia, deciden que es mejor que no, son varios. El principal suele ser la falta de espacio, puesto que no se puede tener un perro grande, o aun ningún tipo de perro, en un piso pequeño. Los veterinarios, al menos unos cuantos, aseguran que eso también es psicológicamente dañino para el animal por sentirse demasiado encerrado. Los gatos, sin embargo, dado que suelen tener libertad para salir a cazar por las noches, lo tienen mucho más fácil para vivir en espacios reducidos. En cualquier caso, ese no es el único motivo, sino que también está el de la economía. El coste de veterinario, objetos y comida que supone mantener un animal, suele ser demasiado desorbitado para una persona con un trabajo estable digno.
Sin embargo, hay un tercer motivo, uno que no muchos admiten en voz alta por miedo a ser considerados demasiado sentimentales, o algo así; y es el hecho de que el animal, algún día, morirá. Vale, es cierto, un animal no es una persona y nunca podremos querer a un perro, a una tortuga o a un canario tanto como queremos a nuestro padre, a nuestra madre o a nuestro hermano; pero, tras tantos años de convivencia, siempre se establece un vínculo inevitable entre mascota y dueño, unos lazos de afecto que, cuando llega la hora de despedirse del animal porque ha pasado a mejor vida, duelen y mucho.
Afortunadamente, existen los crematorios de animales; como este: http://incineracionsecologiques.com/cast/index.html, una página que es una fuente de información sobre esta forma de “enterrar” a los animales. No me miren así, si es que me están mirando con horror: yo creo que es un consuelo saber que existen servicios públicos destinados a darle a nuestras mascotas el final que se merecen, como los de incineración de animales. No es agradable pensar en la incineración de animales de compañía, pero sí un alivio saber que nuestra mascota tiene un lugar al que acudir cuando llegue lo peor. Espero que les sirva. |