¿Soy yo, o la calidad de los sistemas de seguridad ha cambiado de manera sustancial con los años? Bueno, entiendo que no sepan responderme; al fin y al cabo, nadie va por ahí fijándose a conciencia en ese tipo de cosas. ¿A quién le importa? Como mucho, habrá personas que, como yo, miren al techo buscando cámaras o alarmas de seguridad cuando entran en un centro comercial, en un hotel o en cualquier recinto importante. Porque, si algo tienen en común todos los seres humanos, es la necesidad de sentirse seguros. El instinto de supervivencia es lo que lleva a eso, y, si bien en el pasado ese instinto tenía que ver con los depredadores de la naturaleza vegetal que amenazaban la vida de nuestros antepasados, en la actualidad todo eso parte de los peligros de la jungla urbana.
Después de esta breve pero extraña introducción, volveré a formular la pregunta, que no es retórica pero que voy a responder yo mismo: ¿La calidad de esos sistemas, de la seguridad en sí misma, ha cambiado con los años y es mejor ahora que hace, por ejemplo, una década? Yo creo que sí, y también creo que ese avance se debe a que, cada vez con más frecuencia, la sociedad se da cuenta de que las personas valemos, o deberíamos valer, lo mismo. Antes, yo solo veía alarmas en los hoteles de cinco estrellas, en los edificios de grandes empresas y en los estadios de fútbol, mientras que la gente mundana debía conformarse con llevar en el bolso un spray de pimienta si volvía a casa a las tantas de la madrugada.
Ahora, sin embargo, me he percatado de que los edificios modernos, los de reciente construcción, incluyen alarmas con tecnología domótica. La domótica es la disciplina que se ocupa de desarrollar toda esa tecnología arquitectónica capaz de interactuar con las personas, ya sea en una casa o en cualquier otro edificio. Pues bien, ahora, incluso tienes la opción de pulsar un botón y contactar con una centralita para solicitar ayuda, en el caso de que un día te quedes atrapado en el ascensor. |