Desde hace unos días, cada vez que vuelvo a casa del colegio me asusto, porque hay un hombre muy extraño que ronda siempre el portal de nuestro edificio. Al principio, pensé que sería un hombre esperando a alguien, pero después de verlo tener siempre la misma rutina durante horas -porque al asomarme a la ventana lo veo siempre hacer lo mismo y, lo más escalofriante de todo, mirar hacia todas las ventanas-, he concluido de que aquello es algo más. ¿Será un mirón?, ¿querrá algo turbio de alguno de los vecinos? No lo sé, pero más de una vez me ha tentado llamar a la policía.
Hasta que, un día, no pude más y me acerqué a él para preguntarle qué demonios quería; aunque asegurándome, claro está, de que hubiese mucha gente alrededor, fuese de día y pasasen multitud de coches. El hombre, en vez de huir, como habría esperado, me sonrió nervioso y se disculpó; y entonces, me enseñó su tarjeta y me lo confesó todo: resulta que era un detective privado de Barcelona que se había desplazado hasta allí porque tenía trabajo que hacer, y lo que tenía que solucionar, al parecer, era sobre un asunto de infidelidad de su pareja. No me lo dijo así, pero sí que me lo dio a entender.
La tarjeta parecía fiable y, cuando tiempo después entré en la página web que ponía,
http://detectivesclaramonte.es, corroboré que era verdad. Obviamente, el asunto que tenía que tratar el investigador privado no tenía nada que ver con nuestra familia, más que nada porque vivimos solo con nuestra madre y nuestros padres están divorciados; pero no puedo evitar sentir curiosidad por la persona que contrata este tipo de servicios para pillar a su esposa o a su marido. Ahora, cada vez que salgo de casa para ir a clase, me fijo muy bien en los vecinos con los que me cruzo a diario. |