Mis padres nunca me cuentan nada. No lo hacían cuando tenía catorce años aunque me daba cuenta de muchas cosas, pero lo podía entender porque era adolescente. Tampoco lo empezaron a hacer cuando cumplí los dieciocho, pero bueno, pensarían que, recién aterrizada en la mayoría de edad, no entendería muchas cosas. Lo que realmente me molesta es que con veinticuatro años sigan haciendo lo mismo, como si fuese idiota, como si no pudiera comprender que algo va mal. Y es que algo va mal, porque, desde hace unos meses, mis padres son incapaces de encarar las deudas del negocio que tienen, el de una cafetería del barrio.
Es verdad que, la primera vez que los escuché hablar del tema, y aunque entendí de inmediato que las cosas no iban bien, fui incapaz de comprender algunas de las cosas que dijeron. Sin ir más lejos, el concepto de “concurso de acreedores”. No estudio Derecho, así que no tengo por qué saber qué demonios significa eso, pero lo que sí puedo hacer es sentarme frente al ordenador y buscarlo. Gracias a una página web, http://www.concurso-de-acreedores-de-liquidacion.com, supe que el concurso en cuestión es un "instrumento jurídico" que suele emplearse cuando un empresario o dueño de un negocio, como mis padres, no pueden pagar las deudas que derivan de él.
¿Y qué ocurre cuando no se puede hacer eso de ninguna manera?, pues algo que sí que entendí a la primera cuando lo escuché en boca de mi angustiada madre: la quiebra. Por lo visto, hay una solución, la de la suspensión de pagos, que es un parche que soluciona momentáneamente el problema al buscar llegar a un acuerdo con los acreedores. En fin, si me contasen estas cosas, podría ayudarlos, porque tengo trabajo y no me importaría nada echarles una o dos manos, pero está claro que no confían mucho en mí; o incluso nada. |