Me horroriza lo mucho que la delgadez se ha impuesto como canon de belleza en nuestra sociedad. Las mujeres entradas en carne o que tengan mucho pecho, como yo, sabrán a lo que me refiero, porque es casi imposible encontrar una talla que nos sirva en cualquier tienda de ropa más o menos famosa. Me abstengo de dar nombres, pero todas sabemos de qué tiendas estoy hablando. Pero lo que jamás imaginé es que, por culpa de ese ideal estético, iba a tener problemas incluso para encontrar un traje de novia, un vestido crucial para el día más feliz de mi vida.
Me recorrí cien mil boutiques con mi madre y, al principio, ninguno de los vestidos que encontraba en ellas me servía. ¡Y ni siquiera soy obesa! Solo tengo un poco de sobrepeso. El verdadero problema es que muchas veces se hacen tallas únicas, sobre todo de los vestidos para boda; porque, como muchos son artesanales, los diseñadores muchas veces optan por no sacar varias copias. O eso creo yo, al menos; quiero creerlo. La cuestión es que, tras cinco boutiques en las que ninguno de los vestidos que me probaba me quedaba bien, empecé a deprimirme.
Hasta que, por fin, dimos con una que hacía las cosas bien. Esa boutique no tiene tallas únicas por la sencilla razón de que hace trajes a medida, con lo cual, el peso no es un problema a la hora de comprarse el vestido más bonito de la tienda. Me lo he comprado ya, por cierto, y es precioso; porque, además, me queda de maravilla. Puede que tenga algunas estrías y un poco de “chicha”, como suele decirse, pero soy una mujer atractiva. Y quien diga lo contrario, miente.
Por cierto, sé que a mi prometido le va a encantar mucho el vestido que me he comprado, y verme con él puesto, todavía más. |