En ocasiones reflexiono sobre hasta qué punto la ficción se inspira en la realidad. No se rían, que les oigo desde aquí; ya sé que acabo de decir una obviedad. Porque, al fin y al cabo, ¿qué persona no ha reflexionado alguna vez sobre eso? Y bueno, es que es obvio que para escribir, filmar o crear cualquier producto de ficción antes hay que fijarse en la realidad que nos rodea, puesto que es lo único que tenemos. Sin embargo, yo pocas veces me he puesto a meditar tan en serio sobre eso como ayer, porque me pasé hasta las seis de la mañana pensando en ello.
Pero no me puse a pensar en ese tema de forma abstracta, sino que centré mis pensamientos en algo más concreto; en los policías nacionales. Me ocurrió cuando me puse a ver, como cada noche mientras ceno, las noticias nocturnas en la televisión, y me enteré de que un policía había muerto para proteger a unos jóvenes en un altercado que terminó de forma muy trágica. Esas noticias me hacen sentir fatal, pero, al mismo tiempo, me hacen pensar que en el mundo hay héroes, aunque nosotros no lo creamos. Y ríanse ustedes de Superman, de Spiderman, de Batman y de cualquier héroe disfrazado de pacotilla al lado de estos hombres reales, hombres que sacrifican sus vidas felices de personas normales a cambio de las de otros. Este pensamiento me duró horas y fue el que me hizo buscar toda la información posible sobre las dificultades del trabajo de vigilantes como el de los seguritas de Abalar y de los policías en general.
Por ejemplo, me enteré de los requisitos que había que reunir para poder hacer oposiciones de policía nacional o, también, del temario de guardia civil, es decir, los temas que los aspirantes deben estudiarse para superar los exámenes que les concederán el título. Definitivamente, no son nada fáciles esas profesiones. |