Lo que empezó siendo una broma acabó como algo serio. No estoy hablando de nada malo, no os preocupéis; es decir, no es que les esté confesando que he matado a una persona y he enterrado su cuerpo en algún descampado. No, a lo que me estoy refiriendo es a algo todavía más simple. Una noche, cuando yo y mi mejor amigo estábamos en su casa, aburridos, nos pusimos a ojear los anuncios de un periódico. Los dos tenemos quince años, así que creo que resultaría redundante aclarar qué clase de anuncios estábamos buscando. Eh... Para reírnos, principalmente.
Sin embargo, cinco minutos de risas más tarde, encontramos los anuncios serios. Pensamos que no nos llamaría la atención ninguno, pero, entonces, encontramos algunos de una agencia de traducción. Como no teníamos gran cosa que hacer y resulta que a mi amigo le interesa estudiar Traducción e Interpretación cuando vaya a la universidad, nos metimos en la página web de la susodicha agencia para ver qué tal era. Contra todo pronóstico, incluso a mí me interesó los servicios que ofrecían, porque leí y escuché con atención todo lo que mi amigo me iba diciendo sobre la materia de la que se ocupaban sin bostezar ni una sola vez.
No sé, pero creo que ahora me está apeteciendo estudiar Traducción incluso a mí. Es que me he imaginado, de repente, trabajando en una empresa de traducción como aquella, y traduciendo libros o películas del inglés al español, o del alemán al español, o de otro idioma al español. Pero tampoco quiero que parezca que tengo poca personalidad porque estudio lo mismo que mi amigo. No sé, todavía me quedan dos años para pensármelo, así que me limitaré a ponerlo en el punto de mira. Hay otras carreras que me interesan, todas de ciencias; pero esta es la única de letras que me ha interesado de verdad. |