Soy una apasionada de la lencería. Me encanta estar siempre a la última de las novedades de las grandes marcas como Victoria's Secret. Sus diseños son fabulosos y me parecen de lo más extraordinariamente sexy que puede haber siempre en el mercado. Realmente, no es solo que me gusta mucho la ropa interior y la lencería sexy concretamente, sino que además me satisface enormemente saber que las elecciones que hago dejan loco a mi chico. Os explico: mi pareja es cubano, aunque realmente cuando lo conocí no tenía ni idea porque ni tenía la más mínima intención de llegar a algo más con él. Por ello, no prestaba demasiada atención a detalles como la nacionalidad; además de que no lo aparentaba nadita.
Pero se le daba bastante bien eso de sorprenderme. Cada día me dejaba boquiabierta con algo. Imagináos mi cara de panfleta cuando me dijo que se iba a Miami con su familia porque en España ya no tenían nada que hacer. En aquel entonces solo nos habíamos visto alguna que otra vez y para de contar, así que no me importó demasiado. Claro que a medida que fue pasando el tiempo, se me fue haciendo más pesado porque en el fondo, me había tocado un poco la patata (como se suele decir).
A partir de entonces, nos comunicábamos por teléfono usando sistemas de mensajería de los de ahora. Estoy segura de que él se quedó con las mismas ganas de más que yo, así es que siempre que hablábamos, me pedía una foto para verme. Ya sabía yo lo que quería decir con eso de una foto: realmente, quería verme con lencería de sexshop que tanto le gustaba que luciera para él.
Yo en un principio no quería aceptar ese tipo de condiciones, pero compréndanme, era la única forma de complacerlo y decirle que aquí estaba yo y que con ello le estaba demostrando que era su mejor opción. Ahora se ha acercado el verano y ya estoy pensando en pegarme un viaje. La excusa es la lencería que sabe que me fascina y que allí puedo conseguirla, pero realmente quiero verlo. ¿No os parece una buena idea?
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