A veces he deseado vivir en un chalet o en una de esas casas americanas enormes, de esas que tienen dos plantas, jardín y piscina. Y lo más importante: no son edificios. Lo que detesto de mi edificio es que no puedo decorarlo a placer, y eso me molesta. Me molesta ir por los pasillos y ver lo vacías que están las paredes. Me molesta que a nadie se le ocurra poner ni un mísero árbol con luces en Navidad. No sé, me molesta tanta dejadez cuando, en realidad, se supone que el edificio es nuestro hogar, por mucho que luego tengamos nuestras casas individuales.
Sí, podría ingresar en la comunidad de vecinos y aportar ideas, pero es que eso también me molesta. Es decir, ¿por qué tengo que ir pidiendo la opinión de la gente sobre cómo decorar el patio de entrada, por ejemplo, si sé perfectamente cómo hacerlo? Sé lo que digo porque soy jardinera, y profesional, y plantar flores es también una de mis principales aficiones cuando no estoy dedicándome a ello de forma laboral. Además, sé que soy la única que sabe del tema; si no, alguien se me habría adelantado ya y había puesto unas cuantas flores. La cuestión es que, por extensión, también conozco numerosas páginas web que se dedican a la venta de semillas, de modo que no me resultaría nada complicado conseguirlas a buen precio.
Sin embargo, y dado que la decoración beneficia a todos los vecinos, sí me gustaría que aportasen económicamente a cambio de que luego yo me ocupe de plantar y decorar. No les estoy pidiendo mucho, puesto que el precio total de la compra de semillas, si se reparte entre todos los vecinos, asciende a una cantidad ridícula que cualquiera puede permitirse. Lo voy a intentar con ganas, a ver qué pasa. Al final, seguro que me salgo con la mía. |