Regento una tienda desde hace ya varios años. Para ser más concreta, tengo una mercería en el pueblo al que siempre he pertenecido, en el que he crecido y al que he visto cambiar con el paso de los años. Fíjense si ha cambiado que antes no recuerdo ver a ni un solo turista por todo esto; ahora lo raro es no verlos paseando por aquí. Antes, tampoco había personas de otras nacionalidades que no fueran venezolanos y que resultaban ser desendencia de antiguos canarios que tuvieron que emigrar en busca de mejores condiciones de vida. Ahora, hay gente de todos lados y ello ha hecho que en el pueblo haya mayor diversidad cultural, mayor movimiento y lo que es mejor, mayores posibilidades de explotación empresarial en el sentido de sacar a flote los comercios del municipio.
Realmente, me gusta mucho más el pueblo de ahora porque hace que conozcas otras culturas y tradiciones sin tener que desplazarte en avión; me encanta conocer gente nueva. Ahora bien, también es cierto que muchos negocios han tenido que extremar la precaución porque, mientras antes podíamos dejar fiado lo que fuera porque todos nos conocíamos, ahora esto está casi prohibido. Incluso, ahora le he visto la utilidad al detector de billetes falsos que hasta hace unos pocos años no le encontraba.
Ojo al dato, que no quiero decir que sean los extranjeros quienes traten de robar. Igualmente es capaz una persona de mi pueblo que un emigrante; pero es verdad que el hecho de que conozcas a las personas hace que confíes más en ellas. De hecho, la mayor parte de mis clientes son mujeres de otras nacionalidades a las que les encanta coser. Y lo reconozco, no usaba el detector de billetes falsos hasta que un día alguien me pagó con un billete de cincuenta euros falso que me hizo perder beneficios ese día. |