Me estoy adentrando en los dominios de la poesía y he descubierto algo fascinante: no se me da tan mal como creía. Me encanta escribir, pero, en especial, me encanta hacer guiones y obras de teatro; lo mío es, en resumidas cuentas, la escritura visual. Tampoco se me dan mal los cuentos e, incluso, llegué a escribir una novela que nunca publiqué. Sin embargo, la poesía... Muy a mi pesar, nunca conseguía hacer nada decente en ese terreno, y poema que empezaba, poema que dejaba a medias o que, directamente, no pasaba del primer verso. Imagínense si se me daba mal.
Ahora, no obstante, he conseguido hacer un poema bastante resultón, y me ha salido con facilidad. He querido que mis amigos y conocidos que mejor criterio literario tienen y que menos tapujos tienen para dar su opinión, cruel e inhumana, cuando una composición les parece horrible, lo lean. Me he llevado una sorpresa: ninguno de ellos me dijo que era malo, sino que “era un buen comienzo”. No lo sé, quizá es que no había conseguido dar con el estilo que me iba como anillo al dedo o que no acertaba con la temática, que, en este caso, me inspiró mucho. ¿Que de qué iba? En una palabra, del divorcio.
Lo cierto es que la idea me la dio una amiga mía cuando me dijo, hace dos semanas, que iba a divorciarse; y luego, me pasó una página web que ofrecía información exhaustiva sobre el divorcio express, que es una modalidad de divorcio, y perdón por la obviedad, mucho más rápida que la normal. Pensé: “Toda la vida se ha escrito sobre el amor, pero ¿y sobre personas divorciadas y el sentimiento de ruptura tan común y corriente en nuestra era?” Lo pensé mientras leía cosas sobre abogados de divorcio. Luego, me puse a escribir y... ¡Sorpresa!
Por cierto, me inspiré en lo que aprendí en esta web para escribirlos, así que si quieres aprender tú también cosas sobre el divorcio, te recomiendo visualizar esta web. |