Yo antes era una troglodita, así de claro lo digo. Es decir, era de ese tipo de personas que repelen las nuevas tecnologías y que se resiste al cambio. Cuando se comercializaron los teléfonos móviles, yo quise quedarme con el teléfono analógica. Luego lo probé y me gustó, pero cuando empezaron a salir los primeros modelos con pantalla táctil, yo los desdeñé y defendí el uso del arcaico teléfono de botones de toda la vida. Y luego, claro está, no me quedó otra que amoldarme a la pantalla táctil, pero eso hasta que aparecieron los teléfonos de hoy en día; que bueno, siguen teniendo pantalla táctil, pero WhatsApp y conexión a internet asequible para casi todo el mundo.
Lo cual, por supuesto, también rechacé. Y así hasta ahora. La verdad es que antes me enorgullecía de tener esa actitud, pero desde que descubrí la Voz IP y las maravillas de las centralitas virtuales, tomé conciencia por fin de lo importantes que eran los avances tecnológicos para la humanidad y de lo vital que era avalarlos como usuarios. La única forma de hacer eso último, claro está, era dándoles uso; cosa que solo se podría hacer perdiéndole el miedo al cambio, al progreso y al futuro. ¿Y qué es eso de la Voz IP? Algo más sencillo de lo que parece: la comunicación entre emisor y receptor a través de un sistema digital, y no mediante los cables, que son un sistema anticuado. Es la tecnología que usan programas que permiten “telefonear” a otras personas estén donde estén, como el Skype. Y es, también, la que usan las centralitas de Las Palmas.
Y quien dice las de Las Palmas, dice las de todo el mundo, eso está clarísimo. Cuando pienso en cómo era yo en el pasado, antes de descubrir la labor de un operador de Voz IP de Las Palmas, me arrepiento. |