Hay profesiones que gustan y que, cuando gustan, gustan para toda la vida; al igual que hay otras que son detestables por muchos. En esta ocasión, vamos a rendirle honor al decoletaje, por ser una rama que muchos desconocen y a la que otros tantos se dedican. Y lo vamos a hacer por una razón: fue el trabajo al que se dedicó mi abuelo toda su vida. Hoy se le hace un homenaje en el pueblo por su gran labor en este campo y cómo no, os explicaremos brevemente en qué consiste para que podáis entenderlo.
El caso es que mi abuelo hace casi un año que ingresó en una residencia para ancianos. Tiene Alzheimer y estaba empezando a tomar conductas agresivas, además de que cada dos por tres se perdía y no aparecía, dejaba la cartera en un sitio y luego no se acordaba de dónde la había puesto, etc. Mi abuela, que es ya mayor y tiene insuficiencia respiratoria, no podía ocuparse de él, así que no nos quedó más remedio que ingresarlo. Debo reconocer que la residencia está muy bien, el trato tanto con él como con sus familiares es inmejorable y las instalaciones están muy bien también.
Ya ha perdido casi toda la memoria. Y digo bien, casi toda, porque si hay algo de lo que nunca se olvida es del decoletaje. Debió ser algo bastante importante para él, puesto que los médicos suelen decirnos que el Alzheimer tiene eso: que recuerdas las cosas de antaño antaño, pero no las que acaban de sucederte.
Mi bisabuelo también trabajó en un taller industrial toda su vida, realizando tareas de decoletaje, por lo que esto era tradición en la familia. Lo más probable es que mi abuelo haya tenido recuerdos de su infancia en el taller industrial de su padre y que estos los recuerde con cariño. O es posible también que sea lo que siempre deseó hacer. Hoy, no me queda más que felicitarlo por su gran profesionalidad; aún hoy, con lagunas, cuenta lo poco que recuerda del decoletaje. |