No me gusta la piratería, y menos con el cine, que es algo que me encanta y me gusta contribuir a la industria para que no desaparezca. Esto lo aclaro de antemano porque no quiero que se me malinterprete por lo que estoy a punto de decir. Verán, hasta ahora tenía una amplia colección de películas antiguas...; descargadas. ¿Que por qué? Porque quería verlas y yo estaba sin blanca incluso para alquilar en un videoclub. Pero ojalá hubiera sido solo por eso; el asunto es que estoy hablándoles de cine antiguo, y por aquel entonces, las películas que quería ver no habían sido relanzadas en DVD (era la época de la transición de formatos, el principio del fin de los VHS).
Ahora, todas esas películas que conseguí en su momento con sangre, sudor y lágrimas, dado que tampoco había internet de alta velocidad, las tengo originales: El crepúsculo de los dioses, Perdición, Lo que el viento se llevó, Metrópolis, Casablanca, Psicosis y un largo etcétera. Eso me dejaba con un pequeño problema de espacio: ¿qué debía hacer con todas esas copias de dvd que tenía? Y la respuesta llegó cuando, un día, un amigo mío manifestó su intención de iniciarse con esto de las películas antiguas: nunca había visto ninguna previa a los años ochenta... Hasta entonces.
La oportunidad era única: no solo no tendría que deshacerme de una colección a la que le tengo mucho cariño, sino que, casi como de maestro a discípulo, las usaría para transmitirle mis conocimientos a otra persona. Él ha prometido, a cambio, dejarme algunas copias de cd de grupos cuyos discos por fin ha conseguido comprarse, porque el terreno que domina es la música. Yo no sé mucho de música porque, para mí, el cine es lo más hermoso que puede haber; pero me gusta esa especie de simbiosis, ese enriquecimiento cultural mutuo. |