La verdad, yo no fui de las que creció con la generación Harry Potter. Por eso, vengo a desmentir una verdad universalmente aceptada: “Si no creciste con Harry Potter, difícilmente puede gustarte la saga, puesto que marcó una generación concreta y, además, es para niños”. Vale, pues yo me los acabo de leer y tengo veintisiete años; y la fiebre que me ha desatado no es ni normal. Vale, estoy de acuerdo con que son sobre todo los niños que crecieron con Harry los que ahora releen sus aventuras con pasión, pero no los únicos. Algo tienen esos libros, y ese algo es la capacidad de hacerte soñar con una realidad mucho más bonita que aquella en la que vivimos.
Fíjense si estoy enganchada que, incluso de forma inconsciente, el mundo mágico está en mi vida. Por ejemplo, el otro día fui a enviar un paquete por servicio de mensajería; y lo que me estuve imaginando todo el tiempo fue que bajaba a la lechucería de Hogwarts (ya saben, el Castillo de Magia y Hechicería) y utilizaba a mi lechuza; quizá una tan bonita como la de Harry, pero de color pardo, no sé. Maldita sea, es que hasta los paquetes se envían allí de una forma espectacular. En serio, ¿quién no querría realizar un envío de paquete a través de una lechuza, independientemente de lo que tardase en llegar o de los posibles inconvenientes?
Y me dirán: “Sí, claro, pero luego echarías de menos cosas como el envío de paquete FedEx; que es un avance, es eficaz y es rapidísimo, no digo que no. Sin embargo, ¿no se podría crear una red de lechuzas FedEx? Total, solo hace falta lanzarles un hechizo para que vayan más rápido. Si es que hay personas que no tienen imaginación y no se dan cuenta de que, con magia, todo es posible. |